lunes, 12 de agosto de 2024

Poemas II. Juan Sánchez Peláez (1922-2003)

Con flores pintadas...


Con
      flores pintadas
en nuestro
      cuerpo

y
      la bujía
en          cada
                 mano

lo único
             que pasa
es el silencio

pero
             los recuerdos
             son fieles
             y

al
   lado
             de nosotros
             murmuran

sobre
          la máscara
la piel
          o la palabra enorme:

«Oye mi amor hacia ti».
«Oye mi grito
                        por ti».





Cuando subes a las alturas...


Cuando subes a las alturas,
Te grito al oído:
Estamos mezclados al gran mal de la tierra.
Siempre me siento extraño.
Apenas
Sobrevivo
Al pánico de las noches.

Loba dentro de mí, desconocida,
Somos huéspedes en la colina del ensueño,

El sitio amado por los pobres;

Ellos
Han descendido con la aparición
Del sol,

Hasta humedecerme con muchas rosas,

Y yo he conquistado el ridículo
      Con mi ternura,
Escuchando al corazón.





Diálogo y recuerdo.


Este apasionante encuentro con la doncella subterránea
No fue ovacionado con trompetas de corales.

Encumbrado a ti,

¿El relámpago de mi respiración?
¿El vuelo marítimo de un cisne o un zamuro?

¿Qué signo mío Te iba a despertar?

¿Los buscadores de oro?
¿La campana salobre mecida por el huracán?

Dejadme la pureza del estío y el canto del manantial
      sobre los pinos en una hora alta
      de paz y alegría.

Huérfano, y sin trompeta, y la mujer que abre su entrecejo
y es una potestad engañosa y el día que es una nube
efímera, y tú que vienes en el Fasto, Es lo natural,
Simplemente reposas o desvarías.

Desde el instante mío:
      El que tañe en la raíz del húmedo fósforo
      El de pulposo corazón, El que dilapida con
      Ojos de ironía la escritura visible,

      El de la parodia chirle, El de batir las
      palmas, El supliciado, El que huye y tropieza
      Con la máscara y el atavío,
      El que amaina en la médula,

En algún lugar del camino, con ese regusto anticipado
del pueblo en que ibas a poner pie,

En la ruta, a remolque; nulo, A
Tiro de fusil.





El cuerpo suicida.


Rosa invisible rasgo puro
Venas subyugantes como lámparas de nieve
y mi espejo en su lecho fratricida
Iba hacia ti
Desde la negra edad de mis orígenes
Iba hacia ti
Cuando la luna ondea en mis sienes desatadas
Caías de rodillas con un racimo de frutas.

Los perversos ojos del cielo recubren tu llama
La espiga vigilante adentro
En las zonas del silencio donde la luz no llega.

Yo veía un niño agonizando en los jardines
El que arrojaba uvas delirantes a las duras bahías
Y los cuerpos ahogados en la noche
Cuando arden cenizas en la magia de Dios.

Yo he visto alfombras proteger sus rebaños
      de ignorancia
Altares y arcos
Los senos, bases de fuego fascinante
El perfecto hábito del semen
Joya de abismo, taciturno enigma.





Elena es alga de la tierra...


Elena es alga de la tierra
Ola del mar.
Existe porque posee la nostalgia
De estos elementos,
Pero Ella lo sabe,
Sueña,
Y confía,

De pie sobre la roca y el coral de los abismos.

En realidad, Elena
Conoce las cosas simples,
Porque antes de ser doncella
Fue Sirena y Ondina,
Y antes de ser
Sirena y Ondina,
Nadó en el torbellino, en el número, en el fuego.

Yo debí caer en la calzada, y rememorar,
Oh huésped delirante;
Allí donde apacigua la tarde y el crepúsculo,
A mí me separaron.

Tuve otro amor,
Puro como el éxtasis,
Frágil como la fantasía,
Absoluto como mi otro amor.

Oí una trompeta de bruma en el desierto
Mis halcones salieron del follaje.

En todas las estaciones
En el otoño o en la primavera
Elena es alga de la tierra
Ola del mar.


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