viernes, 7 de febrero de 2025

De 1977 a 1983. Jaroslac Seifert (1901-1986)

El grito de los fantasmas.

1

En vano nos agarramos a las telarañas flotantes
y al alambre de púas.
En vano apoyamos el talón en la tierra
para no dejarnos arrastrar con tanto ímpetu
hacia las tinieblas, que son más negras
que la más negra noche
y carece ya de corona de estrellas.

Y cada día encontramos a alguien
que involuntariamente nos pregunta
sin abrir siquiera la boca:
¿Cuándo? ¿cómo? ¿y qué viene después?

Bailan y danzan aún un poco más
y respiran el aire perfumado,
¡aunque sea con el dogal al cuello!





Jardín de canal.

1

He tenido que llegar a edad avanzada
para aprender a amar el silencio.
Conmueve a veces más que la música.
En el silencio aparecen señales emocionadas
y en las encrucijadas de la memoria
detectas nombres
que el tiempo pretendía ahogar.

Por la noche, en las copas de los árboles,
puedo oír hasta el corazón de los pájaros.
Y al caer el día, una vez, en el cementerio,
oí de lo hondo de una tumba
el crujir de un ataúd.

7

Nunca, nunca acariciará
mi barba rala;
nunca ahogaré mis labios
en su cuerpo.
No haberla visto quisiera
para que no me decapitara cada vez
con el sable de su belleza.
Al día siguiente, en el teatro,
se situó paciente
junto a la columna,
sin apartar la mirada del palco vacío.
Cuando entró,
se sentó en el asiento de terciopelo
y entornó los hechiceros ojos,
y las largas pestañas,
como una planta carnívora
de cuya flor pegajosa
no hay escape.

Cúbrete los ojos
o enloqueceré de amor.
Era joven,
enloqueció y murió.





La columna de la peste.

2

Nuestras vidas se deslizan
como los dedos sobre el papel de lija;
días, semanas, años, siglos,
y había épocas en que pasábamos llorando
largos años.

Hoy todavía camino alrededor de la columna
donde con tanta frecuencia esperé
y escuché, cómo murmura el agua
de las fauces apocalípticas,
sorprendido cada vez
por la amorosa coquetería del agua,
que estallaba en la superficie de la fuente
mientras caía la sombra de la columna en tu rostro.

Esta era la hora de la Rosa.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario