martes, 22 de julio de 2025

Poemas. Sophia de Mello Breyner (1919-2004)

Si todo el ser al viento abandonamos... 


Si todo el ser al viento abandonamos
Y sin miedo ni compasión nos destruimos,
Si morirnos en aquello que sentimos
Y podemos cantar, es porque estamos
Al desnudo, el propio dolor meciendo en sangre
Frente a las madrugadas del amor.
Cuando la mañana brille otra vez floreceremos
Y el alma beberá ese esplendor
Prometido en las formas que perdemos.

Versión de Diana Bellessi





Noche. 


Noche de hoja en hoja murmurada,
Blanca de mil silencios, negra de astros,
Con desiertos de sombra y luna, danza
Imperceptible en gestos quietos.

Versión de Diana Bellessi





Nardo. 


Nardo
Pesado y denso
Opaco y blanco,
Hecho
De oscura respiración
Y de agitación nocturna.

Versión de Diana Bellessi





Muerta. 


Muerta,
Qué clara eres,
Qué frescura quedó entre tus dedos...

Eres una fuente
Con piedras blancas en el fondo,
Eres una fuente que de noche canta
y silenciosamente
vienen peces de plata a la superficie de agua.

Muerta qué clara eres,
y florecida...

Eres la brisa
Que en un gesto de adiós pasa en las hojas,
Eres la brisa que lleva los perfumes y los derrama,
¡Eres los pasos leves de la brisa
Cuando en las calles ya nadie pasa!

Eres una rama de tilo donde el silencio florece,
Eres un lago donde las imágenes se inquietan,
Eres la secreta nostalgia de una fiesta
Que en los jardines murmura.

Cantando
Deslizando las manos por los muros
Pasas recogiendo
La sangre bermeja y madura de las moras.

Vas y vienes
Solitaria y transparente
y la memoria de las cosas te acompaña.

Muerta qué clara eres,
¡Y perdida!

Eres la medianoche de la noche,
Eres la terraza que da al viento,
Eres una pena solitaria y franca,

Las sombras vuelven a bailar,
El perfume de las algas sacia el aire
y las ramas se recuestan sobre las ventanas:

Suaves cabellos de pena tiene la brisa.
Sola pasas al fondo de las avenidas.
No muestras tu rostro,
Pasas de espaldas con un vestido blanco.

¡Eres leve y dulce como un sueño!
El soplo de la noche se llena de angustia
y de mí surgen palabras solitarias:

Eres el perfume de infancia que hay en las rocas,
Eres el vestido de infancia que hay en los campos,
Eres la pena de infancia que hay en la noche.

Súbitamente
Alcanzo pierdo la forma de tu rostro:

¡Qué fresca eres!
Pasas y de tus dedos corren fuentes.
¡Qué leve eres,
Más leve que una danza!

Apenas llegaste, apenas volviste, apenas te vi
Ya en el fondo de los caminos te extinguiste:

Arena lisa y blanca que ningún paso pisa
Pena franca
Angustia fuente fresca y brisa.

Versión de Diana Bellessi





Llamé por mí cuando cantaba el mar...


Llamé por mí cuando cantaba el mar
Llamé por mí cuando corrían las fuentes
Llamé por mí cuando morían los héroes
Y cada ser me dio señal de mí.

Versión de Diana Bellessi





Luz de luna. 


Tómame oh noche en tus jardines suspendidos
En tus patios de luna y de silencio
En tus atrios de viento y de vacío.

¡Noche
Bagdad de bruces en tu río
País de brillos y de olvido
Con tu rumor de cedros y tu lento
Círculo azul del tiempo.

Versión de Diana Bellessi





La noche y la casa.


La noche reúne la casa y su silencio
Desde la base desde el cimiento
Hasta la flor inmóvil
Apenas se oye latir el reloj del tiempo

La noche reúne la casa a su destino

Nada ahora se dispersa se divide
Todo está como el ciprés atento

El vacío camina en sus espacios vivos.





Eurídice. 


Éste es el círculo que trazo alrededor de tu cuerpo amado y perdido
Para que cercada seas mía

Éste es el canto de amor con que te hablo
Para que escuchando seas mía

Éste es el poema -engaño de tu rostro
Donde busco la abolición de la muerte.

Versión de Diana Bellessi





Escucho. 


Escucho mas no sé
Si lo que oigo es silencio
O dios

Escucho sin saber si estoy oyendo
El resonar de las planicies del vacío
O la conciencia atenta
Que en los confines del universo
¡Me mira y me descifra

Sólo sé que camino como quien
Es mirado amado y conocido
y por eso en cada gesto pongo
Gravedad y riesgo

Versión de Diana Bellessi





En el punto.


En el punto donde silencio y soledad
Se cruzan con la noche y con el frío,
Esperé como quien espera en vano,
Tan nítido y preciso era el vacío.

Versión de Diana Bellessi





Elegía.


Aprende
A no esperar por ti pues no te encontrarás

En el instante de decir sí al destino
Incierta te detuviste enmudecida
y los océanos después sin prisa te rodearon

A eso llamaste Orfeo Eurídice-
Incesante intensa la lira vibraba al lado
Del desfilar real de tus días
Nunca se distingue bien lo vivido de lo no vivido
El encuentro del fracaso-
Quién se acuerda del fino escurrir de la arena en el reloj
Cuando se alza el canto
Por eso la memoria sedienta quiere venir a la superficie
En busca de la parte con la que no diste
En el ronco instante de la noche más callada
O en el secreto jardín a orillas del río
En junio

Versión de Diana Bellessi





Día de mar en el viento.


Día de mar en el viento, construido
Con sombras de caballos y de plumas.

Día de mar en mi cuarto -cubo
Donde mis gestos sonámbulos se deslizan
Entre animal y flor como medusas.

Día de mar en el viento, día alto
Donde mis gestos son gaviotas que se pierden
Girando sobre las olas, sobre las nubes.

Versión de Diana Bellessi





Día. 


Mi cara se mezcla con el día
Nubes tejados ramas y diciembre
Apasionada estoy dentro del tiempo
Que me abriga con canto y con imágenes

Tan abrigada estoy dentro de la hora
Que ni lamento ya la tarde antigua
Todo se vuelve presente y se demora
¿Será que el día me pide que lo diga?

Versión de Diana Bellessi





Biografía. 


Tuve amigos que morían, amigos que partían
Otros quebraban su rostro contra el tiempo.
Odié lo que era fácil
Me busqué en la luz, el mar, el viento.

Versión de Diana Bellessi





Aquí. 


Aquí...
Aquí, depuesta al fin mi imagen,
Todo lo que es juego y es pasaje,
Dentro de las cosas canto desnuda.

Aquí soy libre -eco de la luna
Y de los jardines, los gestos recibidos
Y el tumulto de los gestos presentidos,
Aquí soy yo en todo cuanto amé.

No por aquello que sólo atravesé,
No por mi rumor que sólo perdí,
No por los actos inciertos que viví,

Sino por aquello donde resoné
Y en cuyo amor de amor me eternicé.





Antínoo. 


Bajo el peso nocturno del cabello
O bajo la luna diurna de tu hombro
Busqué el orden intacto del mundo
La palabra no escuchada

Largamente bajo el fuego o bajo el vidrio
Busqué en tu rostro
La revelación de dioses que no conozco

Pero pasaste a través de mí
Como pasamos a través de la sombra.

Versión de Diana Bellessi


Poemas. Concha Méndez (1898-1986)

Ven a mí que vas herido... 


Ven a mí que vas herido
que en este lecho de sueños
podrás descansar conmigo.

Ven, que ya es la media noche
y no hay reloj del olvido
que sus campanadas vierta
en mi pecho dolorido.





Todo, menos venir para acabarse...


Todo, menos venir para acabarse.
Mejor rayo de luz que nunca cesa;
o gota de agua que se sube al cielo
y se devuelve al mar en las tormentas.

O ser aire que corra los espacios
en forma de huracán, o brisa fresca.
¡Todo, menos venir para acabarse,
como se acaba, al fin, nuestra existencia!





Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo...


Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo.
Se repartió mi alma para formar tu alma.
y fueron nueve lunas y fue toda una angustia
de días sin reposo y noches desveladas.

Y fue en la hora de verte que te perdí sin verte.
¿De qué color tus ojos, tu cabello, tu sombra?
Mi corazón que es cuna que en secreto te guarda,
porque sabe que fuiste y te llevó en la vida,
te seguirá meciendo hasta el fin de mis horas.





Quisiera tener varias sonrisas...


Quisiera tener varias sonrisas de recambio
y un vasto repertorio de modos de expresarme.
O bien con la palabra, o bien con la manera,
buscar el hábil gesto que pudiera escudarme...
 
Y al igual que en el gesto buscar en la mentira
diferentes disfraces, bien vestir el engaño;
y poder, sin conciencia, ir haciendo a las gentes,
con sutil maniobra, la caricia del daño.
 
Yo quisiera ¡y no puedo! ser como son los otros,
los que pueblan el mundo y se llaman humanos:
siempre el beso en el labio, ocultando los hechos
y al final... el lavarse tan tranquilos las manos.





No me entiendo, ni me entienden... 


Ni me entiendo ni me entienden;
ni me sirve alma ni sangre;
lo que veo con mis ojos
no lo quiero para nadie.

Todo es extraño a mí misma,
hasta la luz, hasta el aire,
porque ni acierto a mirarla;
ni sé cómo respirarle.

Y si miro hacia la sombra
donde la luz se deshace,
temo también deshacerme
y entre la sombra quedarme
confundida para siempre
en ese misterio grande.











Me levanté hasta el sueño.


 "La vida es ciervo herido
                                                         que las flechas le dan alas."
                                                                                               Góngora

Me levanté hasta el sueño. En busca iba
de no sentir la herida que abrasaba.
Las duras flechas del dolor hicieron
brotar en mí el clavel de nueva llaga.

Corriendo al par carrera con el viento
y perseguida por amante llama,
la vida es ciervo herido sin remedio,
que las flechas le dan veneno y alas.





Los brazos que te han llevado... 


Los brazos que te han llevado,
no te dejan escapar
para volver a mi lado.

Nos separa un ancho mar
de difíciles tormentas,
y náufrago has de llegar,
si es que vuelves a mi puerta,
para quererte salvar.

Brazos que te sujetaron
para alejarte de mí,
¡a mí sí que me salvaron!...

Cuando ya no sepa de ti
¡qué bien estaré en la vida!,
cuando ya no sepa de ti.

Cuando no vuelvas a verme
y mis horas sean mías
y yo vuelva a ser quien era
lejos de tu compañía:

Cuando no te vean mis ojos,
¡qué bien me sabrá la vida!

No faltará quien se alegre...
Unos, porque no me quieran,
y alguna porque me quiere...

Tan sola no me has dejado,
que estoy conmigo y me basta
-igual que siempre lo he estado...





La risa.


Alguien dijo que «la risa
es la gran enterradora».
Algo se me está enterrando
porque río a todas horas.





Eran verdes como un mar... 


Eran verdes como un mar,
con reflejos de alto cielo.
-¡Qué bien sabían mirar!-
unos ojos que recuerdo.

En la penumbra lucían
con una luz de misterio,
como dos claros abismos
abiertos a mil deseos.

Muchas horas tuve cerca
los ojos verdes aquellos,
que implorantes me miraban
¡y yo hacia por no verlos!

Y hoy que mirarlos quisiera,
están tan lejos..., ¡tan lejos!





En una tarde, como tantas tardes...


En una tarde, como tantas tardes,
y en un gran parque de ciudad lejana,
para evadirse del rumor ajeno
conmigo misma paseando estaba.

Era el frescor intenso, se veían
sobre los verdes las señales de agua,
agua primaveral que da a la tierra
cierta sensualidad que nos exalta.

En un remanso del florido parque,
junto a un banco de piedra verde y blanca,
un gran rosal lucía en la penumbra
-la tarde ese momento declinaba-.
Me senté a reposar y ancho perfume
sentí que en mis sentidos se adentraba.
y se me vino al alma extraña angustia.
El ala de un recuerdo aleteaba...
¡Ah, sí, ya. sé!... ¡Perfume de unas rosas!...
¡Otro país!... ¡El mío!... ¡Ya llegaba
a comprender por qué!...
                              ¡Era en sus brazos
donde un perfume igual yo respiraba!






De qué trigal malherido... 


¿De qué trigal malherido
te fueron a levantar,
mi pobre ángel caído?

¿Acaso era tu destino
ir tan lejos a acabarte
y por eso tanta prisa
tenías cuando marchaste?

¿Era la cita en Castilla
y esa noche castellana
para acogerte en sus brazos
a esa hora te esperaba?

¡Qué ajena estaba mi vida
a que tu vida marchaba
en un viaje de ida
sin más vuelta ni más nada!...





Ancho es el mar...


Ancho es el mar; él ha de separamos;
quedarán nuestras almas enlazadas.
Como un último retrato, en nuestros ojos
impresas lucirán nuestras miradas.

El barco en que he de ir está en el puerto;
a éste seguirá otro en que tú vayas.
Te esperarán mis brazos, no se en dónde...
tal vez en algún puerto... en una playa..!