Posturas para copular en homenaje.
Ponte de luz, carbón, pólvora y ojos
negros de niños muertos clavados en las salas del pazo.
Ponte de corazón, ladrillo, fósforo
con quinientas espirales para llegarle a la verde cumbre y
ocultadas sedas.
Ponte de mar, estruendo, primavera
y manos estremeciendo el vaso, amante, en el que cantan las
sedes de otro tiempo.
Ponte de contemplar, amor, antiguamente
y dulcísimamente y perder como vidas viejas y tirar la chaqueta
cada día.
Ponte de puente; ponte, amiga, en puente
estrangulando el río en el que mujo y bramo con robles, hojas.
Ponte para salir la falda nueva
y, tan cursi por el jardín, te nacerán en los ojos lunas, avispas
y una jarrita de miel.
Ponte de espaldas, natural y fuego
negro por los bajos conmoverá tus dentros con gruñido vivo
sin vivir en mí.
Ponte de piel de nuca, de guijarro, de hombro,
peñasco del crepúsculo, al igual que una caja de música o
cerezos.
Ponte de frío, ponte estatuaria
y cada embate será líquido inmóvil, abril de jade, estigma de
alabastro.
Ponte de recurrir, ponte de lengua
y unión, tormenta, carne por el discurso, palabras como pasto
lloviznado.
Ponte de vino, en fin, y calabaza
y tengamos, amor, amor, una hogaza candeal y ojos para mirar
el buen fuego y la muerte.
De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Quiero que mis amigos de hierro y dinamita...
Quiero que mis amigos de hierro y dinamita,
no cogidos, que pierden los ojos y el pubis muchas noches,
detengan un instante paso y puño como mi señor confucio heráclito
atravesándose entre los dientes del Pastor del Este.
Mis amigos poseedores del hierro junto al pubis
detengan el valeroso puño como mi Señor Nadador
y digan, derramando los ojos en el Padre Miño:
"Así pasan todas las cosas". Y después
mis amigos con rostros y cuerpos afilados de hoz
sobre los lentos ríos pretendan acelerar mundo para nosotros
y vuelvan sobre su pecho y se concentren en núcleo oscuro y puño.
La determinación de llorar no impida la hoz
y el puño de mis amigos inclinados sobre los ríos
con los delgados cuerpos como hoces. Navíos sean ojos deslizantes
en el Padre Miño, que brilla confucio heráclito atravesado
jen los dientes del Pastor del Este y quiero que mis amigos
!De hierro no cogido disparen dinamita sobre el río
en una fiesta que celebre el paso dialéctico de todas las cosas
del mundo
con el corazón del hombre, amigo mío, que contempla el río
sin fin y sin principio. Algunos, sin nombre, algunos o dinamita
pongan fe como hoces de Fonmiñá hasta A Guardia.
De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Reclamo la libertad de mi pueblo.
En el viento de manzana que se despeña
en los riscos y guijo solar
de cabo de Home y Punta do Cabalo de Fora
reclamo la libertad de mi pueblo.
En el niño que duerme
en el edredón de tus ojos
reclamo la libertad de mi pueblo.
En las viejas manos agrarias
en la alondra amorosa de los estíos
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los besos muy ácidos y tiernos
de mis hijos inmensos
reclamo la libertad de mi pueblo.
En las sangres artesanas que tengo ardiendo
en cada dedo mío;
en los finos labradores que aparecen ahora en el papel
llevando sombreros pardos, paños de sede y zuecos remontados
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los crepúsculos de anís
en los que se erige la familia naval de Manoel Antonio
y pone, a babor y a estribor, pequeñitos
fuegos azules y blancos de San Telmo
reclamo la libertad de mi pueblo.
En la angustia de arandela que te cerca,
en los mojones, puertas, cierres, en los durísimos y sin luz
alambres, no me tuerzo y
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los tibios infiernos de tu boca, herida
de comunión al sol y al vino más adentro,
diapasón de la verdad de pan de trigo,
cumbre de calabaza y de buena alborada
reclamo la libertad de mi pueblo.
En la cizaña, composición, falsía, mal dibujo
de cada ceremonia de convenio colectivo
cegando nuestro fuego matalúrgico
reclamo la libertad de mi pueblo.
En una niña de seis años que nació en Basilea
y cantó para mí la Internacional en idioma gallego y no
pude retener el llanto y fue en mil novecientos
setenta y cuatro, y por ella
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los muros de la ombliguera y de la violeta,
en las honduras del musgo y de los helechos,
en los castros, calzadas y rutas muertas
(piedra del más allá) abandonadas para siempre
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los caminos cerrados, en los abiertos
en los que llevan a las casas de los hombres nuestros de cada día,
en los trasportes por ferrocarril,
en los hermanos que gobiernan las máquinas del mar
y en los camiones de la alta noche,
reclamo la libertad de mi pueblo.
En las hogueras de Londonderry, en cada palabra,
en cada palabra de nuestro tío Ho Chi Minh, como una oropéndola
llenando la tarde de luz nacionalista y líquidos
reclamo la libertad de mi pueblo.
En la sindical reconstrucción diaria
de cada cosa rota y vuelta a enderezar
en la unión mínima de los hombres alrededor de un problema sórdido,
en cada petición en grupo
en cada contubernio en que se dan las manos
reclamo la libertad de mi pueblo.
En la casa de mis abuelos olorosa
a sí misma, singular en el mundo;
en los caballos de la sierra y en los mineros
de Lousame aquel veinte de julio,
reclamo la libertad de mi pueblo.
En el estremecido bramar de las mareas en guerra,
en el quejido del amor y en la muchacha
perdida sin que fuera nunca nuestra
reclamo la libertad de mi pueblo.
En el comer y en el beber
en torno a la olla de la camaradería,
en el sagrado secreto en torno a la perla de luz clandestina,
en el miedo y en el tenaz tesón contra lo adverso
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los luchadores de azufre y fuego ácido,
en los difuntos jamás vencidos,
en los que vendrán y son aún suave brisa y voz de mirlo
y portarán el hierro y darán la muerte clara
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los ríos, en las huelgas, en las romerías,
en las protestas de los muros, en los escritos,
en las gaitas, en las arenas de Espesante acaso
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los emigrados, en los perdidos, en los presos, en los explotados,
en los que contemplan el correr de las aguas
sin fin, en los que confían en mi partido (tuba de despertar
o camino que nunca se desanda),
en los que combaten y han de ser el rayo
arrasador, en ellos pongo mi lengua y descanso mis ojos
y reclamo la libertad de mi pueblo.
y reclamo la libertad de mi pueblo.
De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Saludemos a la muerte...
Saludemos a la muerte;
en la palma de la mano no sostengamos ónices.
Llamémosle:
libro de silencio,
pórtico terminal de la esclavitud,
escritura feliz de la opacidad,
luz que desata y nombre de la alegría.
Saludemos a la muerte;
no les demos cobijo a Bach ni a Joplin.
Contemplemos
su hermoso rostro a nuestro lado.
De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Señoras del pasado.
Mon prince on a les dam's du temps jadis qu'on peut
Georges Brassens
Y os quise muy tristemente a todas
las que habíais sido rápidamente yo (un poco).
Una luz en los lugares del estremecimiento
y tardes como ruedas de bronce, interminables.
Poderosas mañanas de renacimiento y ojos en el suelo, de amor
logrado.
Y os quise muy escasamente a todas
porque en las rendijas de yo caben erizos y sufrir es amor
y nada para el tiempo que destruye los erizos.
y os quise ( queriéndome) como un río que fuese
de mis ojos a vosotras, tenidas y perdidas,
limítrofes del amor, olvidadas para siempre.
Y os quise auténtico, y casi no os quise
entre tanto artefacto, construcción, mala piedra,
que nos tiene enfangados
en las cosas, como lentos navíos de deslizar suave.
Os llamo, nombres apenas tatuados
en el vacío y el humo, y reclamo ese espacio
que dejasteis y que quizás es globo (de fuego y desespero ).
Señoras del pasado, damas investigadas a través del ensueño
clobre caballos nítidos, inmóviles en el otoño de antaño,
sin brisa incluso,
merci por un crepúsculo, por algún beso acaso,
o por los poderosos alzamientos de sangre,
o por sonrisas líquidas al pie de la magnolia.
Os quise suavemente, e incluso fuisteis
capaces de la captura de un pedazo de sombra de mí,
y quedé en menos.
Inútil esta mirada por encima del tiempo que me otorga silencio,
escamas, ruinas, ceniza, mis estelas.
Os quise huidizo, oh amigas de anteayer,
espejo mío espantoso en este atardecer que vence.
De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño