Es un marinero sobre quien escribo.
En los mares su placer supo flotar;
A dos doncellas consideró justo engañar,
Y de ellas dos hijos surgieron altivos.
Una de ellos, abatida por la vergüenza,
Hacia la agradable arboleda se dirigió
Y puso fin a todas las molestias,
Allí se cortó el hilo de la vida.
Ella se colgó de un árbol,
Donde dos cazadores la vieron,
Con un filo cortaron la soga,
Y sobre su pecho encontraron la nota.
Estaba escrita en letras largas:
No me enterréis, os lo ruego,
Sobre la tierra dejádme reposar.
Las doncellas deben verme al pasar.
Dejad que mi destino las advierta,
Que abandonen la locura eterna.
Y mientras en la tierra su cuerpo descansó,
Hacia los amplios mares su alma huyó.
Una mañana, sobre el alto mástil,
Un pequeño bote alcanzó a vislumbrar,
Un pequeño bote lleno de hombres
Y el espectro de una mujer adelante.
A la cubierta, bajo la cubierta este hombre joven va,
A saludar al capitán con sus galas vespertinas,
Y dice: Capitán, capitán, perdone mis suspiros,
Pero veo acercarse una nave comandada por un espíritu.
Sombrío el capitán emerge a cubierta,
Y allí observa al terrible fantasma.
Ella dice: Capitán, capitán, responded sin vacilación
¿Este hombre navega con vuestra tripulación?
Fue en San Tallians que este hombre joven murió,
Y en San Tallians su cuerpo descansó.
Ella dice: Capitán, capitán, sin mentiras ni marcos,
Pues el infame navega en vuestro barco.
Y si no lo traéis ante mí,
Una tormenta yacerá ante tí.
Y tú y tus galantes hombres habrán de lamentar,
Encontrando la tumba en el profundo mar.
A la cubierta, bajo la cubierta el capitán va,
Trayendo al hombre joven de los pies.
Y cuando ella fijó su mirada sombría sobre él,
El joven tembló en cada extremidad.
Oh, no recuerdas cuando era doncella,
Tu eres la causa de la sangre en mi corazón,
Ahora soy espíritu y vengo por tu dolor;
Me has rechazado una vez, pero nunca más.
Hacia el bote ella lo llevó,
Hacia el bote ella lo forzó,
Y mientras lo hacía iluminó nuestras armas,
Pues el bote se sumergió en llamas.
Cuando se hundió Ella se elevó de nuevo
Y nos atormentó con su encantamiento:
Todos ustedes, marineros que matan por placer,
Jamás provoquen la ira de una joven mujer.
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