lunes, 1 de julio de 2024

Poemas. Robert Bridges (1840-1930)

Ruiseñores.


Bellas deben ser las montañas de las que vienes
Y luminosos los arroyos de esos fructíferos valles,
Aprendo tu canción:
¿Dónde están esos bosques estrellados? Puede que yo vague por allí,
Entre esas flores de aire celestial
Que florecen todo el año.
No, se han consumido esas montañas y se han secado los arroyos:
Nuestra canción es sólo la voz de un deseo que frecuenta nuestros sueños,
Un trozo del corazón,
De quien afligiéndose las visiones, oscuras esperanzas prohíben sueños profundos,
Ninguna cadencia agonizante, ningún suspiro largo puede permanecer
Para todo nuestro ser.
Solos, resonando los oídos de arrebatados hombres,
Vertemos nuestro secreto nocturno y oscuro; y entonces,
Cuando la noche se retira
De estos dulces licores saltando y estallando ramas de mayo,
Sueña, mientras el inabarcable coro del día
Da la bienvenida al alba.





Qué dulce parecía el amor esa mañana de Abril.


Qué dulce parecía el amor esa mañana de abril,
Cuando por primera vez nos besamos junto al espino.
Tan extrañamente dulce, que no fue extraño
Pensar que el amor nunca cambiaría.
Pero he de decir – la verdad sea dicha –
Que el amor cambiará con el tiempo;
Aunque día a día no pueda verse,
Tan delicados son sus movimientos.
Y al final vendrá a ocurrir
Que olvidaremos casi lo que una vez fue;
Ni siquiera en la fantasía recordaremos
El placer que había en todo.
Su pequeña primavera, que dulce encontramos,
En las inundaciones de verano, profunda, se ahoga.
Me pregunto, bañado en completo gozo,
Cómo un amor tan joven pudo ser tan dulce.





Mi deleite, tu deleite.


Mi deleite y tu deleite
Caminando, como dos ángeles blancos,
En los jardines de la noche.
Mi deseo y tu deseo
Danzando en una lengua de fuego,
Brincando viven y riendo crecen,
A través de la disputa eterna
En el misterio de vida.
El amor, desde el cual surgió el mundo,
Guarda el secreto del Sol.
El amor puede decir y amar exclusivamente
Donde, entre millones de estrellas,
Cada átomo se sabe a sí mismo;
Cómo, a pesar de las penas y la muerte,
La vida es alegre y dulce es la respiración.
Esto que él nos enseñó, esto que nosotros supimos
Cierto, en su ciencia verdadero,
Mano sobre mano, como estábamos
Entre las sombras del bosque,
Corazón con corazón, como nosotros nos poníamos
En el alba del día.





La tarde va oscureciendo.


La tarde va oscureciendo
Después de este día tan luminoso,
Olas bravías descubren
Que salvaje será la noche.
Suena a lo lejos un profundo trueno.
Las últimas gaviotas cubren el horizonte
A lo largo de la pura altura del precipicio;
Como vagos recuerdos en la memoria,
Los últimos estremecimientos de deleite,
Las alas blancas ya perdieron su blancura.
No queda una sola nave a la vista;
Y, cuando el sol se va ocultando,
Las espesas nubes conspiran para cubrir
A la Luna, que debe subir más allá.
Únicamente vida, anhelada amante.





He amado flores que se marchitaron.


He amado flores que se marchitaron,
Dentro de cuyos mágicos pétalos
Ricos colores se mezclan
Con olores de dulces esencias:
El deleite de la luna de miel,
La alegría de un amor a primera vista,
Sensaciones que envejecen en una hora
¡Mi poema es como esa flor!
He amado aires que mueren
Antes de que su encanto haya sido escrito
A lo largo de un cielo líquido
Que tiembla para recibirles.
Notas que, con el pulso de fuego,
Proclaman el deseo del espíritu,
Y entonces mueren, y se van a ninguna parte
¡Mi poema es como ese aire!
Muere, poema, muere como una exhalación,
Y marchita como una flor;
No temas una muerte florida,
¡No temas una tumba de aire!
¡Vuela con deleite, vuela!
Es este el sentido de tu amor.
Para festejarlo, ahora en tu féretro
La Belleza verterá una lágrima.





Barómetro bajo.


Vientos del Sur fortalecen el vendaval,
Las nubes vuelan veloces atravesando la Luna,
La casa es golpeada con violencia,
Y la chimenea se estremece en la explosión.
En esta noche, cuando el aire ha desatado
Su abrazo guardián en sangre y mente,
Viejos temores de Dios o de fantasmas
Se arrastran de nuevo desde sus cuevas a la vida.
Y la vaga razón que todavía queda
Una casa frecuentada, arrendatarios desconocidos
Afirman su escuálido arriendo de pecado
Con un título más temprano que el propio.
Presencias incorpóreas, condensadas,
La polución y remordimiento del Tiempo
Resbalaron entre olvidos
Los horrores de crímenes pasados.
Algunos sofocarían la angustia con una oración
De quien los ciegos pasos forran el suelo,
De quien las montañas traspasan ilegales barreras
O estallan una prohibida puerta cerrada con llave.
Algunos han visto los cadáveres anhelando descanso eterno,
Escapando de un santificante control
Forman un pálido conjunto, nunca escuchado
Es el chillar de almas en pena.
Así vagan hasta cruzar el alba
Con dolorosa oscuridad o desde la profunda herida de la Tierra,
Más cerca cada vez de la tormenta protectora, y empujando
Esos fantasmas malsanos bajo tierra.





Amo las cosas bellas. 


Amo las cosas bellas,
Las busco y las adoro;
Son la mejor alabanza para Dios,
Y para el hombre de estos apresurados días
Son el mayor honor.
También yo haré algo
Y disfrutaré de ellas mientras tanto,
Aunque mañana parezcan ser tan solo
Como palabras de un sueño
Débilmente recordado al despertar.


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