miércoles, 18 de septiembre de 2024

Poemas IV. Julia Prilutsky (1912-2002)

No sé si es el amor el que regresa...

No sé si es el amor el que regresa
brotando entre la sombra temerosa,
si es un viejo cansancio que reposa
o una pasión impune que no cesa.

Mi corazón a solas se confiesa
mientras calla la boca perezosa:
nunca fue su verdad tan nebulosa,
nunca fue la penumbra más aviesa.

Yo sé que no es antorcha ni ceniza,
ni tierra fiel, ni duna movediza
ni el asombro total ni la experiencia.

Pero igual que un torrente trascendido
retomo el cauce del amor perdido:
no perturba el estar sino la ausencia.





No sé si espero, amor, ni si te espero...

No sé si espero, amor, ni si te espero
pero de pronto estás, inesperado,
con tu visaje cruel y desolado
en este abrazo cálido de enero.

Reconozco tus ojos de viajero,
tu inseguro silencio, tu llamado,
tus labios sin mañana y sin pasado:
eres el rostro del dolor primero.

Vuelvo a mirarte aún. Y eres el mismo
milagro de ternura y egoísmo,
triste y feliz, eterno y pasajero,

burlón, desesperado, inquieto, firme.
Cómo quedarme, amor, y cómo irme,
cómo estar sin estar. Ya no te quiero.





Porque la tarde es gris y todos hablan...

Porque la tarde es gris y todos hablan
yo escucho dilatarse un gran silencio.
Las gentes van juntando más palabras:
yo no sé de sus voces ni sus ecos.

Los árboles se alejan lentamente
entre la tibia niebla del paseo
mientras las frases caen como gotas
y apenas van cambiando los acentos.

Porque la tarde se va haciendo noche
los murmullos son más, los ruidos menos
y los pájaros se hunden en la sombra:

aún los oigo cantar; ya no los veo.
Tanto sonido inútil, derramado,
si dos palabras bastan hoy: te quiero.





Quiero estar en tu sueño. Ser tu sueño...

Quiero estar en tu sueño. Ser tu sueño.
Penetrar más allá de lo que advierte
la mirada sutil. Como beleño
recorrer, galopar tu sangre inerte.

Quiero quebrar con definido empeño
toda defensa en ti: muralla, fuerte:
y adentrarme, crisálida de ensueño
más allá de tu vida y de tu muerte.

Más allá de tu piel, y más adentro
de toda sombra, y más allá del centro
desconocido, virgen, tembloroso...

Y estar dentro de ti -seguro puerto-
como un paradojal milagro cierto,
presentido a la vez que pavoroso.





Quiero hablar de tu amor, porque es el mío...

Quiero hablar de tu amor, porque es el mío:
decirme tu impaciencia y tu sorpresa,
tu soledad de mí que en mí no cesa,
tu sed que ignora el borde del hastío.

Quiero decir tu dulce desafío,
tu inseguro temblor y tu certeza,
tu júbilo que es casi una tristeza,
tu miedo indetenible como un río.

Quiero hablar de mi amor, porque es el tuyo:
porque estoy en el grito y el arrullo
-desesperado actor, mudo testigo-

porque soy quien se va pero regresa
para morder tu mano, mientras besa,
porque soy el que otorga. Y el mendigo.


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