lunes, 7 de octubre de 2024

Poemas. Allen Ginsberg (1926-1997)

En la consigna de la Greyhound. 


I

En las profundidades de la Terminal de la Greyhound
sentado como un estúpido sobre un camión de equipaje mirando al
cielo esperando la salida del Expreso de Los Ángeles
preocupándome acerca de la eternidad sobre el tejado de la Oficina
de correos en el cielo rojo de la noche del centro de la ciudad,
mirando con pasmo a través de mis gafas me di cuenta estremecido
de que estos pensamientos no eran la eternidad,
ni tampoco la pobreza de nuestras vidas, irritables encargados de equipajes,
ni tampoco los millones de sollozantes parientes que rodeaban los autobuses diciendo adiós,
ni tampoco otros millones de pobres apresurándose
de ciudad en ciudad para ver a las personas amadas,
ni tampoco un indio muerto de miedo hablando con gigantesco poli
junto a la máquina expendedora de Cola,
ni tampoco esta temblorosa anciana con su bastón que emprende el
último viaje de su vida,
ni tampoco el cínico portero de la gorra roja que recoge sus propinas
y sonríe mirando el machacado equipaje,
ni tampoco yo mirando en derredor mío al horrible sueño, ni tampoco el mostachudo empleado negro de Operaciones llamado
Spade, repartiendo con su maravillosa larga mano el
destino de miles de paquetes express,
ni tampoco el marica Sam en el sótano cojeando de plúmbeo baúl en baúl
ni tampoco Joe en el mostrador con su crisis nerviosa sonriendo cobardemente a los clientes,
ni tampoco el ático gris verdoso estómago de ballena
donde guardamos el equipaje en detestables estanterías,
centenares de maletas repletas de tragedia balanceándose
de un lado para otro esperando ser abiertas,
ni tampoco el equipaje que se pierde, ni tampoco las asas rotas,
las desvanecidas placas de identificación, los alambres reventados & las cuerdas rotas
los baúles enteros reventando sobre el suelo de cemento,
ni las talegas de marinero vaciadas de noche en el almacén final.





Canción.


El peso del mundo
es amor Bajo la carga
de la soledad,
bajo la carga
de la insatisfacción
el peso,
el peso que arrastramos
es amor.
¿Quién puede negarlo?
En sueños toca
el cuerpo, en el pensamiento
construye un milagro,
en la imaginación angustias
hasta que nace
en el ser humano —
Observa desde el corazón
ardiente de pureza —
porque la carga de la vida
es amor,
pero acarreamos el peso
fatigosamente,
y hemos por lo tanto de descansar en brazos del amor
finalmente
hemos de descansar en brazos
del amor..
No hay reposo
sin amor, ningún sueño
sin sueños de amor —
ya sean locos o helados obsesionados de ángeles
o máquinas, el deseo final
es amor
— puede no ser amargo,
puede no negar, puede no retener
de ser negado:
el peso es demasiado grande
— ha de dar a cambio de nada
como es entregado el pensamiento
en la soledad en toda la excelencia
de su exceso. Los cálidos cuerpos
resplandecen juntos en la oscuridad,
la mano se mueve hasta el centro
de la carne, la piel se estremece
de alegría
y el alma acude
gozosa a los ojos —
Sí, sí,
eso es lo que
yo deseaba
lo que siempre deseé, siempre deseé
regresar
al cuerpo
donde nací.





Huérfano salvaje.


Imperturbablemente madre le lleva a pasear
junto a la vía férrea y junto al río
— él es el hijo del fugitivo
ángel del automóvil preparado — e imagina automóviles
y los conduce en sus sueños,
así crece en soledad entre
los imaginarios automóviles y las almas muertas de Tarrytown
para crear por medio de su propia imaginación
la belleza de sus bravíos antecesores — una mitología
que no puede heredar.
¿Alucinará más adelante
sus dioses? ¿Despertando
entre misterios con
un demente destello
de recuerdo?
El reconocimiento — suceso tan insólito
en su alma, conocido tan sólo en sueños
nostalgias
de otra vida.
Una cuestión del alma.
Y los heridos perdiendo su herida
en su inocencia — una verga, una cruz,
una excelencia de amor.
Y el padre se lamenta
en una posada de mala muerte complejidades de memoria
a un millar de millas de distancia desconocedor
del inesperado
juvenil desconocido
que marcha errabundo hacia su puerta.





En el reverso de lo real.


Cercado de ferrocarriles en San José
yo vagaba desolado
frente a una fábrica de tanques
y me senté en un banco
cerca del chamizo del guarda agujas.

Una flor yacía sobre el heno en
la autopista de asfalto
— la temible flor de heno
pensé — tenía un
frágil tallo negro y
una corola de amarillentas espículas
sucias como la corona de una pulgada
de Jesús, y una manchada y
seca borla central de algodón
como una brocha de afeitar usada
que hubiera estado rodando por
el garaje durante un año.

Amarilla, flor amarilla, y
flor de la industria,
¡aun siendo una espinosa y fea flor,
flor sigues siendo,
con la forma de la grande y amarilla
Rosa de tu cerebro!
Esta es la flor del Mundo.





Sutra del girasol.


Caminé por las orillas del muelle de latas y bananas y me senté bajo la inmensa sombra de una locomotora de la Southern Pacific para observar el ocaso sobre las colinas de casas como cajas de zapatos y llorar.
Jack Kerouac estaba sentado junto a mí sobre un poste de hierro, roto y herrumbroso, compañero, pensábamos los mismos pensamientos del alma, desolados y sombríos y con la mirada triste, rodeados por las nudosas raíces de acero de árboles de maquinaria.
La aceitosa agua del río reflejaba el cielo enrojecido, el sol se hundió sobre los picos finales de Frisco, no hay peces en ese arroyo, no hay ermitaño en esos montes, tan sólo nosotros mismos con ojos legañosos y resaca como viejos vagabundos en la ribera del río, cansados y taimados.
Fíjate en el Girasol, dijo él, había una sombra gris y muerta recortándose contra el cielo, grande como un hombre, erguida seca en lo alto de una montaña de viejísimo serrín —
— Subí encantado atropelladamente — era mi primer girasol, recuerdos de Blake — mis visiones — Harlem e Infiernos de los ríos del Este, puentes campaneantes Grasientos Sandwiches de Joe, difuntos coches de niño, ruedas negras y sin dibujo olvidadas y sin recauchutar, el poema de la ribera, condones & cacerolas, cuchillos de acero, nada inoxidable, sólo el hediondo cieno y los artefactos afilados como cuchillas en tránsito hacia el pasado —
y el Girasol gris apostado contra el ocaso, resquebrajable desolado y polvoriento co el tizne y la contaminación y el humo de antiguas locomotoras en su ojo —
corola de indistintas púas dobladas y rotas como una corona machacada, las semillas caídas de su faz, boca que prontamente estará desdentada de soleado aire, rayos de
sol obliterados sobre su peluda cabeza como una reseca
tela de araña de alambre,
hojas extendidas como brazos saliendo del tallo, gesticulaciones de la
raíz de serrín, trozos rotos de yeso caídos de las negras ramitas,
una mosca muerta en su oreja,
Qué cosa impía y machacada eras, mi Girasol. ¡Oh mi alma, te amé entonces!
La mugre no era mugre de hombre alguno sino muerte y humanas locomotoras,
todo aquel traje de polvo, aquel velo de oscurecida piel de vía férrea, aquella polución de la mejilla, aquel párpado de negra miseria, aquella enhollinada mano o falo o protuberancia de algo artificial peor que la mugre — industrial — moderno— toda aquella civilización moteando tu delirante áurea corona —
y aquellos desolados pensamientos de muerte y polvorientos ojos sin
amor y extremos y raíces resecas debajo, en el amontona-
miento-hogar de arena y serrín, billetes de a dólar de
goma, pellejas de maquinaria, las tripas y entrañas del
sollozante y doliente automóvil, las vacías y solitarias latas
con sus oxidadas lenguas ¡ay!, qué más podría yo citar, las
ahumadas cenizas de algún cigarro pene, los coños de las
carretillas y los lechosos pechos de los automóviles, culos
desgastados de sillas & esfínteres de dinamos — todos
éstos enredados entre tus momificadas raíces — ¡y tú ahí
erguido ante mí en la puesta del sol, toda tu gloria en tu forma!
¡Una perfecta muestra de belleza de girasol! ¡una perfecta excelente adorable existencia de girasol! ¡un dulce ojo natural para la nueva luna enrollada despertó vivo y excitado aferrando en las sombras del ocaso la mensual brisa dorada del amanecer!
¿Cuántas moscas zumbaron a tu alrededor inocentes de tu mugre,
mientras maldecías a los cielos del ferrocarril y de tu alma de flor?
¿Pobre flor muerta? ¿cuándo olvidaste que eras una flor? ¿cuándo miraste tu piel y decidiste que eras una sucia y vieja locomotora impotente? ¿el fantasma de una locomotora? ¿el espectro y la sombra de una otrora poderosa y demente locomotora americana?
Jamás fuiste una locomotora, Girasol, ¡fuiste un girasol!
Y tú locomotora, tú eres una locomotora, ¡no olvides lo que te digo!
De modo que arranqué el girasol delgado como un esqueleto
y lo sujeté a mi costado como un cetro,
y entono mi sermón frente a mi alma, y también frente a la de Jack,
y de la de quienquiera que desee oírlo,
— No somos nuestra piel mugrienta, no somos nuestra desolada terrible
polvorienta locomotora sin imagen, todos somos
hermosísimos girasoles dorados en nuestro interior,
estamos benditos por nuestra propia semilla & nuestros
dorados y peludos desnudos cuerpos de logro que crecen
para transformarnos en dementes girasoles formales en el ocaso,
espiados por nuestros ojos bajo la sombra de la loca locomotora
ocaso de ribera en Frisco visión colínica de latas al anochecer sentados.





Lamentación del sin techo.


Perdona, amigo, no quise molestarte
Pero volví de Vietnam
Donde maté a un montón de caballeros vietnamitas
Algunas damas también
Y no pude soportar el dolor
Y de miedo cogí un hábito
Y pasé por la rehaz y estoy limpio
Pero no tengo lugar donde dormir
Y no sé qué hacer
Conmigo ahora mismo

Lo siento, amigo, no quise molestarte
Pero hace frío en la calle
Y mi corazón está enfermo solo
Y estoy limpio, pero mi vida es un desastre
Tercera Avenida
Y calle E. Houston
En el paso peatonal bajo el semáforo en rojo
Limpio tu parabrisas con un trapo sucio.





La balada de los esqueletos.


Dijo el esqueleto Presidencial
No firmaré ningún proyecto
Dijo el esqueleto Vocero
Sí lo harás

Dijo el esqueleto Representativo
Objeción
Dijo el esqueleto Corte Suprema
¿qué esperabas?

Dijo el esqueleto Militar
Comprad bombas estrellas
Dijo el esqueleto Clase Alta
Hambread a las mamis solteras

Dijo el esqueleto Yahoo
Parad el arte obsceno
Dijo el esqueleto Derecha
Olvidaos del corazón

Dijo el esqueleto Gnóstico
La Forma Humana es divina
Dijo el esqueleto Mayoría Moral
No, no lo es, es mía.





Soñé...


Soñé que vivía en un lugar sin domicilio
Perdido y solo andaba yo
La gente me miraba sin verme en el espacio
Y pasaban de largo con ojos de piedra





Yo no soy.


Yo no soy una lesbiana aullando en el sótano amarrada a una telaraña de cuero
no soy un Rockefeller sin pantalones infartándose en la gran cama rococó
no soy un intelectual ultra estalinista marica
no soy un rabino antisemita negro sombrero barba blanca uñas muy muy sucias
ni soy el poeta en la celda de la cárcel de San Francisco apaleado en vísperas del año nuevo por los cobardes lacayos de la policía
ni Gregory Corso Orpheus Maudit de estos Estados
ni ese maestro de escuela con un maravilloso salario
Yo no soy ninguno que conozca
de hecho sólo estaré aquí 80 años.





A Lindsay.


Vachel, salieron las estrellas
Ha atardecido en la carretera del Colorado
Un auto se arrastra despacio por la pradera
En la luz mortecina resuena la radio con un jazz
El vendedor destrozado enciendo otro cigarrillo
En otra ciudad hace veintisiete años
Veo tu sombra en la pared
Estás sentado con los tus tirantes sobre la cama
La sombra de la mano levanta una pistola sobre tu cabeza
Tu sombra cae sobre el piso.

Vachel Lindsay solía leer sus poemas de puerta en puerta
y se suicidó en 1931.





Mi alba.


Ahora que he desperdiciado
cinco años en Manhattan
pudriéndoseme la vida
mi talento en blanco

desconectada el habla
paciente y mental
regla de cálculo y número
máquina en una mesa

triplicado autografiado
sinopsis e impuestos
obediente rápido
mal pagado

me mantuve en el mercado
juventud de mis veinte años
me desmayaba en oficinas
lloraba sobre máquinas de escribir

engañaba a multitudes
en vastas conspiraciones
acorazados de desodorante
asunto serio, la industria

cada seis semanas cualquiera
bebía de mi banco de sangre
inocente mal ahora
parte de mi sistema

cinco años de trabajo infeliz
de los 22 a los 27 años trabajando
encima ni un centavo en el banco
en justificación

llega el alba no es más que el sol
el Este humea O mi dormitorio
Estoy condenado al Infierno qué
despertador está sonando





Sobre los trabajos de Burroughs.


El método ha de ser carne purísima
y sin aderezo simbólico,
visiones reales & prisiones reales
como son vistas entonces y ahora.

Prisiones y visiones presentadas
con raras descripciones
correspondientes exactamente con las
de Alcatraz y Rose.

Una comida desnudos es natural para nosotros,
nosotros comemos sándwiches de realidad,
Pero las alegorías no son más que lechuga.
No ocultéis la locura.





Un supermercado en California. 


Qué cosas pienso de ti esta noche, Walt Whitman, porque caminé por las calles laterales, bajo los árboles con dolor de cabeza y consistencia de mí mismo mirando la luna llena.
En mi hambriento cansancio, y en busca de imágenes que comprar, entré al supermercado de frutas de neón, soñando con tus enumeraciones!
¡Qué melocotones y qué penumbras! ¡Familias al completo haciendo la compra por la noche! ¡pasillos llenos de maridos! ¡Esposas donde los aguacates, bebés donde los tomates! –y tú, García Lorca, ¿qué estabas haciendo tú allá abajo junto a las sandías?
Te vi Walt Whitman, sin hijos, viejo mendigo solitario, hurgando entre las carnes del refrigerador y echándole el ojo a los muchachos de las verduras.
Te oí hacerles preguntas a todos: ¿Quién mató las chuletas de cerdo? ¿Qué valen los plátanos? ¿Acaso eres tú mi Ángel?
Yo anduve entrando y saliendo de entre las brillantes montañas de latas siguiéndote, perseguido en mi imaginación por el detective de almacén.
Caminamos a grandes zancadas por los abiertos corredores, juntos en nuestro solitario capricho catando alcachofas, poseyendo cada una de las exquisiteces congeladas, y sin pasar ni una sola vez por caja.
¿A dónde nos dirigimos, Walt Whitman? Las puertas se cierran dentro de una hora. ¿En qué dirección apunta tu barba esta noche?
(Toco tu libro y sueño en nuestra odisea en el supermercado y me siento absurdo).
¿Caminaremos acaso durante toda la noche a través de solitarias calles? Los árboles añaden sombras a las sombras, las luces de las casas están apagadas, los dos nos vamos a sentir muy solos.
¿Caminaremos acaso soñando en la perdida América del amor mientras pasamos junto a azules automóviles aparcados en caminos particulares, camino de vuelta a nuestra silenciosa casa?
Ah, querido padre, barbagrís, solitario y viejo maestro del coraje ¿con qué América te encontraste cuando Caronte dejó de empujar con la pértiga su bote y tomaste tierra en una humeante ribera y permaneciste observando cómo desaparecía el bote en las negras aguas del Leteo?





Aullido. 


I

Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas,
arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo,
hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna,
que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz,
que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados,
que pasaron por las universidades con radiantes ojos imperturbables alucinando Arkansas y tragedia en la luz de Blake entre los maestros de la guerra,
que fueron expulsados de las academias por locos y por publicar odas obscenas en las ventanas de la calavera,
que se acurrucaron en ropa interior en habitaciones sin afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando al Terror a través del muro,
que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando por Laredo con un cinturón de marihuana hacia Nueva York,
que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio noche tras noche,
con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan, alcohol y verga y bailes sin fin,
incomparables callejones de temblorosa nube y relámpago en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todo el inmóvil mundo del intertiempo,
realidades de salones de Peyote, amaneceres de cementerio de árbol verde en el patio trasero, borrachera de vino sobre los tejados, barrios de escaparate de paseos drogados luz de tráfico de neón parpadeante, vibraciones de sol, luna y árbol en los rugientes atardeceres invernales de Brooklyn, desvaríos de cenicero y bondadosa luz reina de la mente,
que se encadenaron a los subterráneos para el interminable viaje desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de ruedas y niños los hizo caer temblando con la boca desvencijada y golpeados yermos de cerebro completamente drenados de brillo bajo la lúgubre luz del Zoológico,
que se hundieron toda la noche en la submarina luz de Bickford salían flotando y se sentaban a lo largo de tardes de cerveza desvanecida en el desolado Fugazzi’s, escuchando el crujir del Apocalipsis en el jukebox de hidrógeno,
que hablaron sin parar por setenta horas del parque al departamento al bar a Bellevue al museo al puente de Brooklyn,
un batallón perdido de conversadores platónicos saltando desde las barandas de salidas de incendio desde ventanas desde el Empire State desde la luna,
parloteando gritando vomitando susurrando hechos y memorias y anécdotas y excitaciones del globo ocular y shocks de hospitales y cárceles y guerras,
intelectos enteros expulsados en recuerdo de todo por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la sinagoga arrojada en el pavimento,
que se desvanecieron en la nada Zen Nueva Jersey dejando un rastro de ambiguas postales del Atlantic City Hall,
sufriendo sudores orientales y crujidos de huesos tangerinos y migrañas de la china con síndrome de abstinencia en un pobremente amoblado cuarto de Newark,
que vagaron por ahí y por ahí a medianoche en los patios de ferrocarriles preguntándose dónde ir, y se iban, sin dejar corazones rotos,
que encendieron cigarrillos en furgones furgones furgones haciendo ruido a través de la nieve hacia granjas solitarias en la abuela noche,
que estudiaron a Plotino Poe San Juan de la Cruz telepatía bop kabbalah porque el cosmos instintivamente vibraba a sus pies en Kansas,
que vagaron solos por las calles de Idaho buscando ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios,
que pensaron que tan sólo estaban locos cuando Baltimore refulgió en un éxtasis sobrenatural,
que subieron en limosinas con el chino de Oklahoma impulsados por la lluvia de pueblo luz de calle en la medianoche invernal,
que vagaron hambrientos y solitarios en Houston en busca de jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante Español para conversar sobre América y la Eternidad, una tarea inútil y así se embarcaron hacia África,
que desaparecieron en los volcanes de México dejando atrás nada sino la sombra de jeans y la lava y la ceniza de la poesía esparcida en la chimenea Chicago,
que reaparecieron en la costa oeste investigando al F.B.I. con barba y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas sensuales en su oscura piel repartiendo incomprensibles panfletos,
que se quemaron los brazos con cigarrillos protestando por la neblina narcótica del tabaco del Capitalismo,
que distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desnudándose mientras las sirenas de Los Álamos aullaban por ellos y aullaban por la calle Wall, y el ferry de Staten Island también aullaba,
que se derrumbaron llorando en gimnasios blancos desnudos y temblando ante la maquinaria de otros esqueletos,
que mordieron detectives en el cuello y chillaron con deleite en autos de policías por no cometer más crimen que su propia salvaje pederastia e intoxicación,
que aullaron de rodillas en el subterráneo y eran arrastrados por los tejados blandiendo genitales y manuscritos,
que se dejaron follar por el culo por santos motociclistas, y gritaban de gozo,
que mamaron y fueron mamados por esos serafines humanos, los marinos, caricias de amor Atlántico y Caribeño,
que follaron en la mañana en las tardes en rosales y en el pasto de parques públicos y cementerios repartiendo su semen libremente a quien quisiera venir,
que hiparon interminablemente tratando de reír pero terminaron con un llanto tras la partición de un baño turco cuando el blanco y desnudo ángel vino para atravesarlos con una espada,
que perdieron sus efebos por las tres viejas arpías del destino la arpía tuerta del dólar heterosexual la arpía tuerta que guiña el ojo fuera del vientre y la arpía tuerta que no hace más que sentarse en su culo y cortar las hebras intelectuales doradas del telar del artesano,
que copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza un amorcito un paquete de cigarrillos una vela y se cayeron de la cama, y continuaron por el suelo y por el pasillo y terminaron desmayándose en el muro con una visión del coño supremo y eyacularon eludiendo el último hálito de conciencia,
que endulzaron los coños de un millón de muchachas estremeciéndose en el crepúsculo, y tenían los ojos rojos en las mañanas pero estaban preparados para endulzar el coño del amanecer, resplandecientes nalgas bajo graneros y desnudos en el lago,
que salieron de putas por Colorado en miríadas de autos robados por una noche, N.C. héroe secreto de estos poemas, follador y Adonis de Denver -regocijémonos con el recuerdo de sus innumerables jodiendas de muchachas en solares vacíos y patios traseros de restaurantes, en desvencijados asientos de cines, en cimas de montañas, en cuevas o con demacradas camareras en familiares solitarios levantamientos de enaguas y especialmente secretos solipsismos en baños de gasolineras y también en callejones de la ciudad natal,
que se desvanecieron en vastas y sórdidas películas, eran cambiados en sueños, despertaban en un súbito Manhattan y se levantaron en sótanos con resacas de despiadado Tokai y horrores de sueños de hierro de la tercera avenida y se tambalearon hacia las oficinas de desempleo,
que caminaron toda la noche con los zapatos llenos de sangre sobre los bancos de nieve en los muelles esperando que una puerta se abriera en el East River hacia una habitación llena de vapor caliente y opio,
que crearon grandes dramas suicidas en los farellones de los departamentos del Hudson bajo el foco azul de la luna durante la guerra y sus cabezas serán coronadas de laurel y olvido,
que comieron estofado de cordero de la imaginación o digirieron el cangrejo en el lodoso fondo de los ríos de Bowery,
que lloraron ante el romance de las calles con sus carritos llenos de cebollas y mala música,
que se sentaron sobre cajas respirando en la oscuridad bajo el puente y se levantaron para construir clavicordios en sus áticos,
que tosieron en el sexto piso de Harlem coronados de fuego bajo el cielo tubercular rodeados por cajas naranjas de Teología,
que escribieron frenéticos toda la noche balanceándose y rodando sobre sublimes encantamientos que en el amarillo amanecer eran estrofas incoherentes,
que cocinaron animales podridos pulmón corazón pié cola borsht & tortillas soñando con el puro reino vegetal,
que se arrojaron bajo camiones de carne en busca de un huevo,
que tiraron sus relojes desde el techo para emitir su voto por una eternidad fuera del tiempo, & cayeron despertadores en sus cabezas cada día por toda la década siguiente,
que cortaron sus muñecas tres veces sucesivamente sin éxito, desistieron y fueron forzados a abrir tiendas de antigüedades donde pensaron que estaban envejeciendo y lloraron,
que fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en Madison Avenue entre explosiones de versos plúmbeos & el enlatado martilleo de los férreos regimientos de la moda & los gritos de nitroglicerina de maricas de la publicidad & el gas mostaza de inteligentes editores siniestros, o fueron atropellados por los taxis ebrios de la realidad absoluta,
que saltaron del puente de Brooklyn esto realmente ocurrió y se alejaron desconocidos y olvidados dentro de la fantasmal niebla de los callejones de sopa y carros de bomba del barrio Chino, ni siquiera una cerveza gratis,
que cantaron desesperados desde sus ventanas, se cayeron por la ventana del metro, saltaron en el sucio Passaic, se abalanzaron sobre negros, lloraron por toda la calle, bailaron descalzos sobre vasos de vino rotos y discos de fonógrafo destrozados de nostálgico Europeo jazz Alemán de los años 30 se acabaron el whisky y vomitaron gimiendo en el baño sangriento, con lamentos en sus oídos y la explosión de colosales silbatos de vapor,
que se lanzaron por las autopistas del pasado viajando hacia la cárcel del gólgota -solitario mirar- autos preparados de cada uno de ellos o Encarnación de Jazz de Birmingham,
que condujeron campo traviesa por 72 horas para averiguar si yo había tenido una visión o tú habías tenido una visión o él había tenido una visión para conocer la eternidad,
que viajaron a Denver, murieron en Denver, que volvían a Denver; que velaron por Denver y meditaron y andaban solos en Denver y finalmente se fueron lejos para averiguar el tiempo, y ahora Denver extraña a sus héroes,
que cayeron de rodillas en desesperanzadas catedrales rezando por la salvación de cada uno y la luz y los pechos, hasta que al alma se le iluminó el cabello por un segundo,
que chocaron a través de su mente en la cárcel esperando por imposibles criminales de cabeza dorada y el encanto de la realidad en sus corazones que cantaba dulces blues a Alcatraz,
que se retiraron a México a cultivar un hábito o a Rocky Mount hacia el tierno Buda o a Tánger en busca de muchachos o a la Southern Pacific hacia la negra locomotora o de Harvard a Narciso a Woodland hacia la guirnalda de margaritas o a la tumba,
que exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron abandonados con su locura y sus manos y un jurado indeciso,
que tiraron ensalada de papas a los lectores de la CCNY sobre dadaísmo y subsiguientemente se presentan en los escalones de granito del manicomio con las cabezas afeitadas y un arlequinesco discurso de suicidio, exigiendo una lobotomía al instante,
y recibieron a cambio el concreto vacío de la insulina Metrazol electricidad hidroterapia psicoterapia terapia ocupacional ping pong y amnesia,
que en una protesta sin humor volcaron sólo una simbólica mesa de ping pong, descansando brevemente en catatonia,
volviendo años después realmente calvos excepto por una peluca de sangre, y de lágrimas y dedos, a la visible condenación del loco de los barrios de las locas ciudades del Este,
los fétidos salones del Pilgrim State Rockland y Greystones, discutiendo con los ecos del alma, balanceándose y rodando en la banca de la soledad de medianoche reinos dolmen del amor, sueño de la vida una pesadilla, cuerpos convertidos en piedra tan pesada como la luna,
con la madre finalmente, y el último fantástico libro arrojado por la ventana de la habitación, y a la última puerta cerrada a las 4 AM y el último teléfono golpeado contra el muro en protesta y el último cuarto amoblado vaciado hasta la última pieza de mueblería mental, un papel amarillo se irguió torcido en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada sino un esperanzado poco de alucinación-
ah, Carl, mientras no estés a salvo yo no voy a estar a salvo, y ahora estás realmente en la total sopa animal del tiempo-
y que por lo tanto corrió a través de las heladas calles obsesionado con una súbita inspiración sobre la alquimia del uso de la elipse el catálogo del medidor y el plano vibratorio,
que soñaron e hicieron aberturas encarnadas en el tiempo y el espacio a través de imágenes yuxtapuestas y atraparon al Arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y pusieron el nombre y una pieza de conciencia saltando juntos con una sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus
para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y pararse frente a ti mudos e inteligentes y temblorosos de vergüenza, rechazados y no obstante confesando el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda cabeza sin fin,
el vagabundo demente y el ángel beat en el tiempo, desconocido, y no obstante escribiendo aquí lo que podría quedar por decir en el tiempo después de la muerte,
y se alzaron reencarnando en las fantasmales ropas del jazz en la sombra de cuerno dorado de la banda y soplaron el sufrimiento de la mente desnuda de América por el amor en un llanto de saxofón eli eli lamma lamma sabacthani que estremeció las ciudades hasta la última radio
con el absoluto corazón del poema sanguinariamente arrancado de sus cuerpos bueno para alimentarse mil años.

II

¿Qué esfinge de cemento y aluminio abrió sus cráneos y devoró sus cerebros y su imaginación?
¡Moloch! ¡Soledad! ¡Inmundicia! ¡Ceniceros y dólares inalcanzables! ¡Niños gritando bajo las escaleras! ¡Muchachos sollozando en ejércitos! ¡Ancianos llorando en los parques!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Pesadilla de Moloch! ¡Moloch el sin amor! ¡Moloch mental! ¡Moloch el pesado juez de los hombres!
¡Moloch la prisión incomprensible! ¡Moloch la desalmada cárcel de tibias cruzadas y congreso de tristezas! ¡Moloch cuyos edificios son juicio! ¡Moloch la vasta piedra de la guerra! ¡Moloch los pasmados gobiernos!
¡Moloch cuya mente es maquinaria pura! ¡Moloch cuya sangre es un torrente de dinero! ¡Moloch cuyos dedos son diez ejércitos! ¡Moloch cuyo pecho es un dínamo caníbal! ¡Moloch cuya oreja es una tumba humeante!
¡Moloch cuyos ojos son mil ventanas ciegas! ¡Moloch cuyos rascacielos se yerguen en las largas calles como inacabables Jehovás! ¡Moloch cuyas fábricas sueñan y croan en la niebla! ¡Moloch cuyas chimeneas y antenas coronan las ciudades!
¡Moloch cuyo amor es aceite y piedra sin fin! ¡Moloch cuya alma es electricidad y bancos! ¡Moloch cuya pobreza es el espectro del genio! ¡Moloch cuyo destino es una nube de hidrógeno asexuado! ¡Moloch cuyo nombre es la mente!
¡Moloch en quien me asiento solitario! ¡Moloch en quien sueño ángeles! ¡Demente en Moloch! ¡Chupa vergas en Moloch! ¡Sin amor ni hombre en Moloch!
¡Moloch quien entró tempranamente en mi alma! ¡Moloch en quien soy una conciencia sin un cuerpo! ¡Moloch quien me ahuyentó de mi éxtasis natural! ¡Moloch a quien yo abandono! ¡Despierten en Moloch! ¡Luz chorreando del cielo!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Departamentos robots! ¡Suburbios invisibles! ¡Tesorerías esqueléticas!
¡Capitales ciegas! ¡Industrias demoníacas! ¡Naciones espectrales! ¡Invencibles manicomios! ¡Vergas de granito! ¡Bombas monstruosas!
¡Rompieron sus espaldas levantando a Moloch hasta el cielo! ¡Pavimentos, árboles, radios, toneladas! ¡Levantando la ciudad al cielo que existe y está alrededor nuestro!
¡Visiones! ¡Presagios! ¡Alucinaciones! ¡Milagros! ¡Éxtasis! ¡Arrastrados por el río americano!
¡Sueños! ¡Adoraciones! ¡Iluminaciones! ¡Religiones! ¡Todo el cargamento de mierda sensible!
¡Progresos! ¡Sobre el río! ¡Giros y crucifixiones! ¡Arrastrados por la corriente! ¡Epifanías! ¡Desesperaciones! ¡Diez años de gritos animales y suicidios! ¡Mentes! ¡Nuevos amores! ¡Generación demente! ¡Abajo sobre las rocas del tiempo!
¡Auténtica risa santa en el río! ¡Ellos lo vieron todo! ¡Los ojos salvajes! ¡Los santos gritos! ¡Dijeron hasta luego! ¡Saltaron del techo! ¡Hacia la soledad! ¡Despidiéndose! ¡Llevando flores! ¡Hacia el río! ¡Por la calle!

III

¡Carl Solomon! Estoy contigo en Rockland
Donde estás más loco de lo que yo estoy
Estoy contigo en Rockland
Donde te debes sentir muy extraño
Estoy contigo en Rockland
Donde imitas la sombra de mi madre
Estoy contigo en Rockland
Donde has asesinado a tus doce secretarias
Estoy contigo en Rockland
Donde te ríes de este humor invisible
Estoy contigo en Rockland
Donde somos grandes escritores en la misma horrorosa máquina de escribir
Estoy contigo en Rockland
Donde tu condición se ha vuelto seria y es reportada por la radio
Estoy contigo en Rockland
Donde las facultades de la calavera no admiten más los gusanos de los sentidos
Estoy contigo en Rockland
Donde bebes el té de los pechos de las solteras de Utica
Estoy contigo en Rockland
Donde te burlas de los cuerpos de tus enfermeras las arpías del Bronx
Estoy contigo en Rockland
Donde gritas en una camisa de fuerza que estás perdiendo el juego del verdadero
ping pong del abismo
Estoy contigo en Rockland
Donde golpeas el piano catatónico el alma es inocente e inmortal jamás debería
morir sin dios en una casa de locos armada
Estoy contigo en Rockland
Donde cincuenta shocks más no te devolverán nunca tu alma a su cuerpo de su
peregrinaje a una cruz en el vacío
Estoy contigo en Rockland
Donde acusas a tus doctores de locura y planeas la revolución socialista hebrea
contra el Gólgota nacional fascista
Estoy contigo en Rockland
Donde abres los cielos de Long Island y resucitas a tu Jesús humano y viviente de la
tumba sobrehumana
Estoy contigo en Rockland
Donde hay veinticinco mil camaradas locos juntos cantando las estrofas finales de
La Internacional
Estoy contigo en Rockland
Donde abrazamos y besamos a los Estados Unidos bajo nuestras sábanas los
Estados Unidos que tosen toda la noche y no nos dejan dormir
Estoy contigo en Rockland
Donde despertamos electrificados del coma por el rugir de los aeroplanos de
nuestras propias almas sobre el tejado ellos han venido para lanzar bombas
angelicales el hospital se ilumina a sí mismo colapsan muros imaginarios Oh
escuálidas legiones corren afuera Oh estrellado shock de compasión la guerra
eterna está aquí Oh victoria olvida tu ropa interior somos libres
Estoy contigo en Rockland
En mis sueños caminas goteando por un viaje a través del mar sobre las carreteras a
través de América llorando hasta la puerta de mi cabaña en la noche del oeste.





Flash de los años treinta en Manhattan.


Largas calles de piedra inanimadas, repetitivo Choque
de máquinas cortando galletas

filas de dinamos de réplicas sin alma Similitudes recomiéndose
como tanques en Almacenes del Ejército

Exactamente iguales, exactamente iguales, exactamente
iguales, sin más propósito que ser sombrías

y aplastante fuerza la de la obsesión de los robots, nuestros
esclavos no están vivos

y nos convertimos en su imagen y semejanza mientras
nos rodean - las largas calles de piedra inanimadas,

multitudes de secretarios ejecutivos saliendo del metro
8:30 AM

Flujo sanguíneo en células a través de las arterias ascensor
y las glándulas de las escaleras hacia una consciencia
de máquina de escribir.

La cabeza de reloj del rascacielos con Ed brilla iluminada
por el sol de la tarde.





Letanía de las ganancias de guerra. 


Dedicado a Ezra Pound

Estos son los nombres de las compañías que han sacado dinero de esta guerra
mil novecientos sesenta y ocho Anno domini cuatro mil ochenta Hebráico
Estas son las corporaciones que se han beneficiado con el comercio de fósforo que abrasa la piel o de bombas fragmentadas en miles de punzantes agujas
Y en esta lista los millones ganados por cada mancomunidad manufacturadora
y aquí están las ganancias numeradas, catalogadas desde hace una década puestas en orden,
aquí nombrados los Padres en el gobierno de estas industrias, teléfonos dirigiendo las finanzas,
Nombres de directores, hacedores de destinos, y los nombres de los accionistas de estos Agregados.
Predestinados,Y aquí están los nombres de sus embajadores en la capital, representantes ante la legislatura, aquellos que se sientan bebiendo en salones de hotel para persuadir,
y aparte, por orden, aquellos que dejan caer Anfetaminas con los militares, chismorrean, discuten, y persuaden
sugiriendo políticas, nombrando lenguajes proponiendo estrategias, esto hecho con dinero como embajadores ante el Pentágono, consultores de los militares, pagados por su industria:
y estos son los nombres de los generales y capitanes militares, que así, ahora trabajan para los fabricantes de bienes de guerra;
y encima de éstos, por orden, los nombres de los bancos, combinados, trusts de inversión que controlan estas industrias:
Y estos son los nombres de los periódicos propiedad de estos bancos y estos son los nombres de las estaciones de radio propiedad de éstos combinados;
y estos son los números de miles de ciudadanos empleados por las citadas empresas;
y el comienzo de esta relación es 1958 y el final 1968, que la estadística sea contenida en una mente ordenada, coherente y definida,
y la primera forma de esta letanía comenzó el primer día de diciembre de 1967 y lleva más allá este poema sobre estos Estados.





Improvisación en Beijing.


Escribo poesía porque la palabra inglesa Inspiración proviene del Latín: Spiritus, aliento, deseo respirar en libertad.
Escribo poesía porque Walt Whitman le otorgó permiso al mundo para que hablara con candor.
Escribo poesía porque Walt Whitman abrió el verso de la poesía a la respiración sin obstáculos.
Escribo poesía porque Ezra Pound vio una torre de marfil, apostó al caballo equivocado, les dio a los poetas su autorización para que escriban su lengua hablada vernácula.
Escribo poesía porque Pound les indicó a los jóvenes poetas occidentales que observaran a los chinos escribiendo palabras dibujos.
Escribo poesía porque W.C. Williams viviendo en Rutherford escribió a la manera de New Jersey "Te patio l’ojo", preguntando luego ¿cómo podemos medirlo en pentámetro yámbico?
Escribo poesía porque mi padre era un poeta mi madre de Rusia hablaba comunista, murió en un loquero.
Escribo poesía porque mi joven amigo Gary Snyder se sentó a mirar sus pensamientos como una parte del fenomenal mundo externo del mismo modo que lo hicieron los integrantes de esa mesa redonda en el 84.
Escribo poesía porque sufro, nacido para morir, cálculos en los riñones, presión alta, todo el mundo sufre.
Escribo poesía porque sufro confusión no sabiendo qué es lo piensan los otros.
Escribo porque la poesía puede revelar mis pensamientos, cura mi paranoia también la paranoia de otras personas.
Escribo poesía porque mi mente vaga sometida al sexo la política la meditación en el Dharma. Escribo poesía para retratar con precisión mi propia mente.
Escribo poesía porque tomé los cuatro votos de Bhodhisattva: innumerables en el universo son las criaturas Sensibles para liberar, infinitas mi propia codicia ira ignorancia que deseo atravesar , incontables son las situaciones en que me hallo mientras el cielo está O.K. y los senderos de la mente despierta no tienen fin.
Escribo porque esta mañana desperté temblando de miedo ¿Qué podría decir yo en China?
Escribo poesía porque los poetas rusos Mayakovsky y Yesenin se suicidaron, alguien más debe hablar.
Escribo poesía porque mi padre recitando a Shelley poeta inglés y a Vachel Lindsay poeta norteamericano dio el ejemplo –gran viento inspiración aliento.
Escribo poesía porque escribir de asuntos sexuales estaba prohibido en los Estados Unidos de América.
Escribo poesía porque los millonarios en el Este y el Oeste viajan en limosinas Rolls Royce, los pobres no tienen suficiente dinero para arreglarse los dientes.
Escribo poesía porque mis genes y cromosomas se enamoran de muchachos, nunca de jóvenes mujeres.
Escribo poesía porque no tengo ninguna responsabilidad Dogmática de un día para el otro. Escribo poesía porque quiero estar solo y quiero hablar con la gente.
Escribo poesía para contestarle a Whitman, jóvenes dentro de diez años, hablen con las tías viejas y tíos aún con vida en Newark, New Jersey.
Escribo poesía porque en 1939 escuchaba por radio Blues Negros, Leadbelly y Ma Rainey. Escribo poesía inspirado por las juveniles alegres canciones de los Beatles que han envejecido. Escribo poesía porque Chuang-tzu no podía distinguir si era mariposa o hombre, Lao- tzu dijo el agua fluye colina abajo, Confucio dijo honrá a tus mayores, yo deseaba honrar a Walt Whitman.
Escribo poesía porque el exceso de ovejas y hacienda en las tierras de pastoreo destruye desde Mongolia hasta el Salvaje Oeste los nuevos pastos y la erosión es la creadora de los desiertos. Escribo poesía usando zapatos animales.
Escribo poesía "Primer pensamiento, mejor pensamiento," siempre.
Escribo poesía porque las ideas no son comprensibles excepto cuando se manifiestan en pequeñísimos detalles: "Ninguna idea más que en las cosas."
Escribo poesía porque el Lama Tibetano dice. "Las cosas son símbolos de sí mismas."
Escribo poesía porque los periódicos titulan un agujero negro en el centro de nuestra galaxia, somos libres para darnos cuenta.
Escribo poesía porque las Guerras Mundiales I y II, bomba nuclear y la Guerra Mundial III si la deseamos, yo no la necesito.
Escribo poesía porque mi primer poema Aullido que no pensaba publicar fue llevado a proceso por la policía.
Escribo poesía porque mi segundo poema largo Kaddish honraba el parinirvana de mi madre en un hospital para enfermos mentales.
Escribo poesía porque HITLER mató a seis millones de Judíos, soy Judío.
Escribo poesía porque Moscú informó que Stalin envío al exilio en Siberia a 20 millones de Judíos e intelectuales, 15 millones nunca regresaron a los cafés de San Petersburgo.
Escribo poesía porque canto cuando me siento solo.
Escribo poesía porque Walt Whitman dijo, "¿Yo me contradigo ?" Muy bien entonces yo me contradigo. (Tengo buen tamaño, contengo multitudes.)
Escribo poesía porque mi mente se contradice a sí misma, un minuto está en Nueva York, al otro minuto en los Alpes Dináricos.
Escribo poesía porque mi cabeza contiene 10.000 pensamientos.
Escribo poesía porque ninguna razón ningún porque.
Escribo poesía porque es la mejor manera de decir todo lo que tenés en mente en 6 minutos o durante el transcurso de una vida.





Punk rock tú eres mi gran llorón.


¡Me chivaré a mi madre sorda! ¡Tírate al suelo
y devora los pañales de tu abuela! Tambores, qué cristo, ¿va de Revolución?
¿Va de Apocalipsis? ¿Reventar con Sonido Dinamita?
No logro excitarme, ¡Más fuerte! ¡Más inmundo!
¡Dame por el culo! ¡Chúpamela! ¡Córrete en mis oídos!
¡Quiero esos rosados ombligos Abdominales!
¡Promete que me asesinarás a Orgasmos en la cloaca!
Compraré una entrada para tu club nocturno, ¡quiero que me crujan!
¡A los cincuenta años quiero Marcha! ¡Con látigos y cadenas y cuero!
¡Azótame! ¡Bésame el agujero! Mámame entero
desde Mabuhay Gardens hasta el costa a costa de la CBGB
Desde el cráneo hasta el dedo del pie
Dame tu desnuda guitarra eléctrica
Punki Presidente, devórate al FBI con tu bocaza.


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