Entonces el cielo me habló.
Entonces el cielo me habló en un lenguaje claro, Familiar como el corazón, que el amor más cercano.
El cielo le dijo a mi alma "Tienes lo que deseas!"Ahora debes saber que has nacido junto con estas nubes y vientos y estrellas y mares siempre en movimientoy habitantes de los bosques. Ésta es tu naturaleza.
"Levanta de nuevo tu corazón sin miedo, duerme en la tumba, o respira en el aire vivo, Este mundo lo compartes con la flor y con el tigre".
Un sueño.
Estas aves de sueño,
Que giran tan alto como águilas en los cielos del sueño,
Que descienden a posarse en los árboles...
Vi con asombro aves del paraíso,
Iridescente, luminoso
Su plumaje, y otras, como palomas, grises.
De nuevo hacia aquel cielo interior emergieron, pero entonces
Regresaron una vez más a esperar. ¿Son esas
Aves de las imágenes campestres del alma,
De la tierra, recordadas? Pavos reales
Que adornan miniaturas de Brindavan, o páginas persas
Pintadas con dos pelos de ardilla por artesanos
Expertos en maravillas,
¿Son ellos de cielos interiores o exteriores,
Esplendor de la naturaleza, o del recuerdo?
¿O son los ocelos enjoyados de los pavones terrestres
Espejos del paraíso? Sus plumas
Que hacen rielar la luz son sólo polvo
De la tierra, su brillo en el ojo del que mira.
¿Dónde, de qué tierra son?
O cuándo polvo y espíritu
Se separaron de modo que criaturas de barro
No significaron ya el cielo,
De nuestro mundo real ¿se alejan volando las aves del cielo?
Oculto.
Hoy la cortina está echada
El velo cubre la cara,
El mundo sólo su aspecto,
Árbol, pared de ladrillo, polvorientas hojas
De hiedra, un pájaro
Sacudido el polvo
Cuyo color comparte. Nada
Significa o es.
Sin embargo, vi alguna vez
La trama de luz que todo esto configura
De modo distinto a este. Haber visto
Es siempre saber.
Purificad.
Purifica mi pena,
Lluvia que lloras,
Nubes arrastradas
Sobre países donde se ignora
De qué corazón corren las lágrimas del mundo.
Purificad
Mi pena, rayos radiantes
De la luz del sol que se aleja para siempre
De aquí y ahora, donde yazgo.
Purifica
La pena del corazón en el polvo, en la tumba
Y el surco donde se siembra el trigo
Fin y principio.
Purificadora yo clamo
Con el soplo de los vivos,
Tan alto como la desesperación, o bajo
como un suspiro, voz
del aire, de los vientos
que para siempre suena
en la euritmia de los astros.
Luz en el agua brillante.
Miríada instantáneas gotas de lluvia aterrizando en una corriente
Que sin quiebro hacia abajo se ha deslizado y sigue
Desde que este paraje familiar un día fue mi casa,
Cada una al aterrizar destella el fulgor del sol y se desvanece
Y otra, otra, y otra viene a mi encuentro,
Ángel tras ángel tras ángel, su punto danzante
Siempre aquí y ahora,
La misma brillante innumerable compañía que llega
De nuevo el presente absolviendo siempre del fluir del tiempo.
Anciana sé ahora
¡Cuántas, cuántas, cuántas epifanías de luz!
Nataraja.
Tiempo, ritmo
De formas que se abren,
Formas que pasan,
Perfectas o dañadas,
El pie del Dios
Está sobre el mundo,
Terrible danzante
Cuyas hollantes huellas
Aplastan el bien y el mal,
El fluir de su río
En nuestra sangre está,
Fin y principio
Latido del corazón
Nuestro todo, nuestra nada.
Destructor de mundos,
Purificador,
Su paso indiferente,
Su atuendo rojo.
Pensaba escribir un poema distinto.
Pensaba escribir un poema distinto,
Pero al detenerme un momento en el jardín lleno de maleza,
Capté de pronto el paraíso descendiendo en el sol de la mañana
Que se filtraba por las hojas,
Iluminando el parco suelo londinense, tocando con verde
Transparencia las células de la vida.
El mirlo bajó de un salto, el petirrojo y el gorrión acudieron
Y el zorzal, cuyo nido se esconde
Por ahí, estará, sin duda, entre los edificios invasores
Cuyos muros se aproximan,
Mas para los pájaros del jardín, desde una manguera,
Inagotables aguas vivas llenan un pilón de piedra.
Pienso que pronto será hora
De volver a casa, a las labores del día.
Pero aquí el tiempo no va ni viene.
Los pájaros no huyen a toda prisa, su día
No empieza ni acaba.
¿Por qué no puedo quedarme? Por qué dejar
El aquí, donde es siempre,
Y el tiempo sólo nos conduce lejos
De este oculto siempre-presente sencillo lugar.
Velo.
Ese verde jardín, esas rosas
ocultan, desocultan
terrores de tormenta,
terrores de fuegos,
terrores de mares.
Cada hoja de hierba
revela y vela
terrores de fuego,
terrores de agua,
terrores de sueño,
terrores de rosas.
Plegaria al dios Shiva.
a Karan Singh
En este mundo-tormenta, bajo este oscuro cielo
Busco refugio en la oscuridad.
Aquí donde está muerto el corazón, derramada la sangre,
Busco refugio en la sangre del corazón.
En el destructor
De la destrucción del mundo busco refugio,
Del asesino, el que hiere,
Me escondo en la herida del que mata,
Reclamo santuario
En la muerte, con todos los que oran
Más allá de la mortalidad
Para alcanzar esta secreta bienaventuranza.
Inquebrantable.
Procesión de mis recordados
Fantasmas, retirándose de la mente,
Pero no espectros cuando estabais
Conmigo en nuestros días compartidos, próximos y amados
Que hablaron de vuestras lejanas infancias, y más allá
De esas memorias de los recordados, y sin comienzo alguno
Del único ser que compartimos,
Nada olvidado en aquella continuidad
De vida a vida, que será
Siempre su propio aquí y ahora y lugares y tiempos.
Mi padre recordaba obras y días del padre de su padre,
Mi madre destellando aguas y colinas de brezo,
Y en sus silencios las indecibles
Historias no dichas que nuestras vidas deben contar,
Y las vidas que vendrán.
En el reino de Paralda.
IV
Rauda nube manando sobre la colina del norte,
Un momento oscura, luego desvaneciéndose
Para ascender en palpitante multitud
de alas, volviendo a girar, regresando, derramándose
En corriente de invisible viento, condensando
En negro núcleo para estallar de nuevo
En humo de vuelo llevada por el viento, alzado
Polvo movido por la voluntad
De un alma sola en incontable alegría, y yo
el contemplador me elevo con su elevarse, me vierto
con la nube en descenso de los vivos, leída en el cielo del ocaso
La palabra sin fin que ellos deletrean: deleite.
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