jueves, 21 de agosto de 2025

Poemas II. Ezra Pound (1885-1972)

Causa.

Reúno estas palabras para cuatro personas,
alguien más puede cazarlas al vuelo,
oh mundo, lo siento por ti,
no conoces a esas cuatro personas.





El desván.

Ven, apiadémonos de los que tienen más fortuna que nosotros.
Ven, amiga, y recuerda
     que los ricos tienen mayordomos en vez de amigos,
y nosotros tenemos amigos en vez de mayordomos.
Ven, apiadémonos de los casados y de los solteros.

La aurora entra con sus pies diminutos
     como una dorada Pavlova,
y yo estoy cerca de mi deseo.
Nada hay en la vida que sea mejor
que esta hora de limpia frescura,
     la hora de despertarnos juntos.





El encuentro.

Mientras ellos hablaban todo el tiempo de la nueva moral
ella me exploraba con sus ojos.
y cuando me levanté para marcharme
sus dedos fueron como el tejido
de una servilleta japonesa de papel.





El jardín.

                                                                                          En robe de parade
                                                                                                                 Samain

Como un ovillo de hebras de seda estampado contra una pared
ella bordea la tapia de un sendero en los jardines de Kensington
y se va muriendo poco a poco
                         de una especie de anemia emocional.

Y por allí se pasea una chusma
de hijos de la miseria, inmundos, vigorosos, inextinguibles.
Ellos heredarán la tierra.

Ella es el final de la estirpe.
Su aburrimiento es exquisito y excesivo.
Le gustaría que alguien fuese a hablarle,
y casi tiene miedo de que yo
                           cometa esa indiscreción.





En una estación del metro.

La aparición de estos rostros en la multitud;
Pétalos en una rama oscura y húmeda.


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