Sepulcros vivientes.
Una noche fría cuando los cañones estaban quietos
Me recosté contra la trinchera
Haciendo hokku para mí
De la luna y flores y de la nieve.
Pero el escurrimiento fantasmal de enormes ratas
Hinchadas por alimentarse de carne de hombres
Me llenó de un temor que contrae.
Imágenes.
I
Como una góndola de verdes frutos perfumados
Deslizándose por los canales venecianos,
Tú, la exquisita,
Has entrado en mi ciudad desolada.
II
El humo azul brota
Como arremolinadas nubes de pájaros que desaparecen.
Así también mi amor brota hacia ti,
Desaparece y es renovado.
III
Una luna de amarillo sonrosado en un pálido firmamento
Cuando el crepúsculo es tenue bermellón
Sobre la bruma entre las ramas de los árboles
Eres para mí.
Atardeceres.
El cuerpo blanco del atardecer
Se desgarra y se vuelve escarlata,
Tajeado y drenado y desecado
Hasta volverse carmesí,
Y cuelga irónicamente
Con guirnaldas de niebla.
Y el viento
Soplando sobre Londres desde Flandes
Tiene un gusto agrio.
Anochecer.
Las chimeneas, hilera a hilera,
Cortan el claro cielo;
La luna,
Con un jirón de gasa en su cintura
Posa entre ellos, una torpe Venus–
Y aquí estoy mirándola desenfrenadamente
Sobre la pileta de la cocina.
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