Bajo el vasto y estrellado cielo,
cavad la tumba y dejadme yacer allí.
Viví con alegría y muero con alegría,
y me he acostado a descansar con ganas.
Sea éste el verso que ustedes graben para mí:
“Aquí yace donde quería yacer;
ha vuelto el marinero, ha vuelto del mar;
y el cazador ha vuelto de la colina”.
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