jueves, 4 de julio de 2024

Poemas. W.H. Auden (1907-1973)

El novelista.


Con el talento puesto de uniforme,
en rango de poetas no hay engaño;
puede asombrarnos con el rayo enorme,
morir en juventud, ser ermitaño.

Cabalgará delante, sin embargo
debe luchar contra sus dones siendo
simple y sencillo, y aprender lo largo
que es dominar el don, irlo encendiendo.

Para lograr ese deseo augusto
será total hastío, delirantes
males de amor tendrá, será muy justo

con los Justos y malo entre Maleantes,
y en su persona abierta, con su nombre,
debe sufrir los males de todo Hombre.





Capitán y contramaestre.


En los bares de Dick el Sucio y Joe el Desgarbado
nuestras copas bebimos de un trago,
unos con Margery arriba fueron,
otros, ay, con Kate;
y de dos en dos, como gato y ratón,
los desamparados jugaron a las casitas.

Allí la rica Meg, la amiga del marino
y Marion, la de ojos de vaca,
me abrieron sus brazos, pero yo
me negué a pasar adentro;
no andaba yo tras una jaula
donde desanimarme en mi vejez.

Los ruiseñores lloran en
los huertos de nuestras madres,
y los corazones que hace tiempo destrozamos
hace tiempo que destrozan a otros;
las lágrimas son redondas, el mar es profundo:
échalas por la borda y a dormir.





Miranda.


Mi Amado es mío como son solitarios los espejos,
como el pobre y el triste son reales para el buen rey,
y la verde y alta colina descansa siempre junto al mar.

Alto saltó el Hombre Negro tras el árbol más viejo,
dio una voltereta y huyó con aspavientos;
mi Amado es mío como son solitarios los espejos.

La Bruja graznó, su cuerpo ponzoñoso
se deshizo en la luz como el agua se sale de la fuente
y la verde y alta colina descansa siempre junto al mar.

En su encrucijada, también, el Anciano rogó por mí;
por sus mejillas demacradas, lágrimas de gozo corrían:
mi Amado es mío como son solitarios los espejos.

Me besó al despertar, y no hubo lamentos;
el sol brillaba sobre barcos, ojos, guijarros, todo,
y la verde y alta colina descansa siempre junto al mar.

Así pues, para recordar nuestro cambiante jardín,
nos juntamos como niños para bailar en círculo:
mi Amado es mío como son solitarios los espejos
y la verde y alta colina descansa siempre junto al mar.





Colegiales.


Aquí se encuentran todos los cautiverios;
celdas que son como las de verdad,
pero diferentes de los prisioneros tal cual los conocemos,
que se sienten ultrajados o languidecen o se resignan
sutilmente o sólo anhelan irse.

Pues disienten tan poco, casi contentos
de representar la pantomima del perro: una lamida y una carrera;
los barrotes del amor son tan fuertes, sus conspiraciones
frágiles como juramentos de borrachos.

Por cierto que su esquivez es difícil de vigilar:
los condenados ven sólo los falaces ángeles de una visión;
tan poco esfuerzo se esconde detrás de sus sonrisas,
y la bestia de la vocación tiene miedo.

Pero observadlos, oh, contraponed a nuestra estatura y edad
la casi neutra, la levemente desmañada perfección;
porque el sexo está allí, el cordón roto del zapato está roto,
el sueño del profesor no es verdadero.

Sin embargo, la tiranía es bien fácil. ¿Es la indecorosa palabra
garabateada en la fuente toda la rebelión?
¿Son las tormentas de lágrimas derramadas en un rincón
las semillas de la nueva vida?





Blues para el funeral.


Que se paren los relojes, que se que corte el teléfono,
que el perro a un hueso jugoso ya no le ladre,
que se callen los pianos y con redobles en sordina
venga el ataúd y entren los dolientes.
Que los aeroplanos que gimiendo dan vueltas en lo alto
escriban en el cielo el mensaje: "Él ha muerto",
que pongan pajaritas de papel en los cuellos blancos de las palomas,
que los policías se pongan guantes negros.
Era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste,
toda mi semana y mi día de descanso,
mi mediodía, mi medianoche, mi plática, mi canción.
Pensé, y estaba equivocado, que nuestro amor duraría siempre.
Ya no quiero las estrellas. Que las apaguen,
que empaquen la luna y desmantelen el sol.
Que sequen el océano y barran los bosques
porque ya nada de lo que venga habrá de ser bueno.





Decidme cómo es el amor.


Unos dicen que el amor es un niño
y otros dicen que es un pájaro,
unos dicen que es lo que mueve el mundo,
y otros dicen que eso es absurdo,
y cuando le pregunté al vecino de al lado,
que parecía como si lo supiese,
su mujer se enfadó mucho
y me dijo que no iba a sacar nada.

¿Se parece acaso a una pijama,
o al jamón de las clínicas de reposo?
¿Su olor recuerda a las llamas
o es un olor reconfortante?
¿Tiene espinas como un seto,
o es blando como pelusa de edredón?
¿Es afilado o tiene el borde suave?
Venga, decidme cómo es el amor.

Nuestros libros de historia se refieren a él
con notas minúsculas y crípticas,
es un tema bastante habitual en
los barcos trasatlánticos;
he encontrado menciones al asunto
en relatos de suicidios,
e incluso lo he visto escrito
en contracubiertas de guías ferroviarias.

¿Aúlla como un pastor alemán hambriento
o retruena como una banda de ejército?
¿Alguien puede hacerme una buena imitación
con una sierra o con un Steinway Grand?
¿Cuándo canta en las fiestas la arma?
¿Sólo se dedica a los clásicos?
¿Se calla cuando uno quiere silencio?
Venga, decidme cómo es el amor.

Miré en el cenador
allí tampoco estaba.
Probé en el Támesis, cerca de Maidenhead,
Y en el aire tonificante de Brighton.
No sé lo que canta el mirlo
ni lo que decía el tulipán,
pero no estaba en el gallinero
ni debajo de la cama.

¿Puede hacer muecas extrañas?
¿Se marea con los balanceos?
¿Se pasa el día en las carreras
o haciendo chanchullos con alambres?
¿Tiene su propias ideas sobre el dinero?
¿Es lo bastante patriótico?
¿Sus chistes son vulgares pero divertidos?
Venga, decidme cómo es el amor.

Cuando venga, ¿será sin avisar?
mientras me esté hurgando la nariz?
¿Llamará a mi puerta por la mañana
o me pisará un dedo en el autobús?
¿Será como cuando cambia el tiempo?
¿Saludará con cortesía o sin educación?
¿Cambiará mi vida a fin de cuentas?
Venga, decidme cómo es el amor.





Mientras paseaba una tarde.


Mientras paseaba una tarde,
bajando por Bristol Street,
las multitudes en las aceras
eran campos de trigo maduro.

Y junto al río crecido
oí cantar a un enamorado
bajo la vía del tren:
“El amor nunca se agota."

Yo siempre te voy a querer,
hasta que China y África se junten,
y el río salte encima de la montaña
y el salmón cante en la calle.

Te querré hasta que tiendan
el océano para que se seque
y las siete estrellas graznen
en el cielo como gansos.

"Los años correrán como liebres
porque en mis brazos llevo
la Flor de los Tiempos
y el primer amor del mundo”.

Pero los relojes de la ciudad
empezaron a zumbar:
“No dejéis que el Tiempo os engañe,
nunca lo vais a vencer".

En las madrigueras de la Pesadilla
donde la Justicia está desnuda,
el Tiempo vigila desde la sombra
y tose cuando intentáis besaros.

”Con angustias y migrañas
la vida se va escurriendo
y el Tiempo se sale con la suya
mañana igual que hoy.”

En muchos valles verdes
se amontona la nieve atroz,
el tiempo deshace los bailes
y la pirueta del colimbo.

”Oh, meted las manos en agua,
metedlas hasta las muñecas,
mirad en la pileta
y pensad que habéis perdido.”

El glaciar llama desde el armario,
el desierto gime en la cama,
y la grieta en la taza de té
lleva tierra a los muertos.

”Allí el mendigo rifa billetes de banco
y el gigante hechiza a Pulgarcito,
y el pálido muchacho ruge de furia
y Jill se tumba de espaldas.”

Oh, mirad en el espejo,
mirad vuestra preocupación;
la vida sigue siendo una bendición
aunque vosotros no sepáis bendecir.

”Oh, quedaos en esa ventana
mientras las lágrimas os queman,
amaréis a vuestro mezquino prójimo
con vuestro corazón mezquino”.

Ya se había hecho muy tarde,
los enamorados se habían ido,
los relojes habían dejado de zumbar
y el río profundo seguía fluyendo





El escudo de Aquiles.


Ella miró buscando por sobre su hombro
Viñas y olivos,
Bien gobernadas ciudades de mármol
Y barcos sobre mares indómitos,
Pero allí sobre el metal brillante
Sus manos habían puesto en cambio
Un yermo artificial
Y un cielo de plomo.

Una planicie sin nada distintivo, desnuda y marrón,
Ninguna hoja de hierba, ningún signo de vecindad,
Nada para comer y ningún lugar donde sentarse,Y
aún, congregada sobre esa monotonía,
Se erguía una ininteligible multitud,
Un millón de ojos, un millón de botas en fila,
Sin expresión, esperando un signo.

Desde el aire una voz sin rostro
Demostraba estadísticamente que cierta causa era justa
En tonos tan secos y planos como el lugar:
Nadie se entusiasmaba y nada se discutía;
Columna tras columna en una nube de humo
Ellos se alejaron marchando, sobrellevando una convicción
Cuya lógica los llenó de pesadumbre, en alguna otra parte.

Ella miró buscando por sobre su hombro
Rituales piadosos,
Bueyes enguirnaldados de blancas flores,
Libación y sacrificio,
Pero allí sobre el metal brillante
Donde debía haber estado el altar,
Vio la luz vacilante de la forja
Una muy otra escena.

Alambre de púas cercaba un lugar cualquiera
Donde aburridos oficiales holgazaneaban (uno de ellos hizo una broma)
Y los centinelas sudaban pues el día era caluroso:
Un grupo de buena gente común
Miraba desde afuera sin moverse ni hablar
Mientras tres pálidas figuras eran conducidas y atadas
A tres postes erigidos en la tierra.

La masa y la majestad de este mundo, todo
Lo que es de peso y siempre pesa lo mismo
Estaba en manos de otros; ellos eran pequeños
Y no podían esperar ayuda y ninguna ayuda llegó:
Lo que sus enemigos querían hacer se hizo, su vergüenza
Fue todo lo que el peor podría desear; perdieron su orgullo
Y murieron en tanto hombres antes que sus cuerpos murieran.

Ella miró buscando por sobre su hombro
Los atletas en sus juegos,
Hombres y mujeres danzando
Moviendo sus dulces miembros
Veloces, veloces, según la música,
Pero allí en el escudo brillante,
Sus manos no habían puesto un piso de baile
Sino una campo asfixiado de cizaña.

Un andrajoso chiquilín, perdido y solo,
Vagaba sobre ese baldío, un pájaro
Voló escapando de su piedra certera.
Que haya jóvenes violadas, que dos chicos apuñalen a un tercero,
Eran axiomas para él, que nunca había oído hablar
De un mundo donde las promesas son cumplidas,
O uno puede llorar porque el otro llora.

El forjador de armas de apretados labios,
Hefesto, se alejó cojeando,
Tetis la de los pechos brillantes
Clamó su desaliento
Por lo que el dios había forjado
Para agradar a su hijo, el fuerte
Matador de hombres, Aquiles, el de corazón de hierro
Quien no habría de vivir mucho más.





Museo de Bellas Artes.


Acerca del sufrimiento, nunca estuvieron equivocados,
Los Viejos Maestros: cuán bien entendieron
Su posición humana. Como toma lugar,
Mientras otro está comiendo o abriendo una ventana o caminando lerdamente a la deriva.
Como, cuando los ancianos están esperando, reverentes y apasionados,
El nacimiento milagroso, siempre hay
Niños que, especialmente, no quisieran que sucediera, patinando
En un estanque a la orilla del bosque:
Ellos nunca olvidaron
Que aun el más espantoso martirio debe seguir su curso
De cualquier manera en una esquina: algún paraje desaliñado
Donde los perros pasan con sus perrunas vidas y el caballo del torturador
Rasca su inocente trasero en un árbol.

En el Ícaro de Brueghel, por ejemplo: como cada cosa da la espalda,
Relajadamente, al desastre. El arador habrá
Oído el chapuzón, el grito desamparado;
Pero, para él, no era una falla importante; el sol brillaba
Tal como debía, sobre las blancas piernas que desaparecían en el agua
Verde, y la nave costosa y delicada que debe haber visto
Algo asombroso, a un muchacho cayendo del cielo,
Ya tenía un destino y zarpaba sosegadamente.





El que más amé.


Mirando las estrellas, sé muy bien
cuán poco les importa que me vaya al infierno,
Pero la indiferencia del ser humano o de la bestia
Es lo que menos deberíamos temer en este mundo.

¿Nos gustaría acaso que las estrellas se incendiaran
Con una pasión hacia nosotros que no pudiéramos corresponder?
Si no es posible que entre nosotros haya igual afecto,
Dejen que sea yo el que más ame.

Por muy admirador que yo imagine ser
De las estrellas, a las que esto tiene sin cuidado,
No puedo afirmar, al mirarlas ahora,
Que durante todo un día eché de menos a ninguna.

Si todas las estrellas desaparecieran o murieran,
Yo debería aprender a contemplar un firmamento vacío
Y a sentir que esa absoluta oscuridad es sublime,
Pero lograrlo podría tomarme cierto tiempo.





Epitafio a un tirano.


La perfección, de cierta clase, era lo que buscaba
y la poesía que inventaba era sencilla de entender;
conocía la insensatez del hombre como la palma de su mano,
y estaba muy interesado en flotas y en ejércitos;
cuando reía, respetables senadores lanzaban carcajadas
y si lloraba, los niñitos morían en las calles





Mi interior me desaprueba.


Mi interior me desaprueba
y me pasma: ¡que me atreva
a estar aquí y a mirarte!
¿Cómo pude ayer jurarte
(incluso a las 3 a.m.)
Amarte hasta que me quemen?
Peores cosas que mentiras
Ve la tierra cuando gira;
Y lo hace tantas veces,
Perdonándome con creces,
Que empiezo a ver poco serio
Tanto hablar del cementerio.
Tempus fugit. "Fuego, estopa..."
¡Pero acábate tu copa!
El corazón es mudable.
¿Pero quién queda que habla
De reglas en los amores?
(Hemos hecho cosas peores.)





Blues del refugiado.


Digamos que en esta ciudad viven unos diez millones,
Unos habitan agujeros, otros habitan mansiones.
Pero no hay un lugar para nosotros, mi amor, no hay un lugar para nosotros.

Alguna vez tuvimos un país y nos gustaba
Todavía lo podemos encontrar en un atlas.
Pero ahora, no podemos ir allá, mi amorahora no podemos ir allá.

En la parroquia de nuestro pueblo crece un árbol viejo
Que cada primavera florece de nuevo.
Pero los viejos pasaportes no florecen de nuevo, mi amor, los viejos pasaportes no florecen de nuevo.

El cónsul azotó la mesa con prepotente gesto:
"Si no tienen pasaportes, "oficialmente" están muertos.
Pero seguimos vivos, mi amor, seguimos vivos.

Fui a un comité, me ofrecieron asiento y me escucharon
Y cortésmente me pidieron que volviera el próximo año.
¿Pero qué vamos a hecer hoy mismo, mi amor, qué vamos a hacer hoy mismo?

Fui a oír a los políticos, a un orador que argüía:
"Si los recibimos aquí, nos quitarán nuestro pan de cada día",
Y hablaba de ti y de mí, mi amor, hablaba de ti y de mí.

Creí que era un relámpago lo que atronaba sobre mí,
Pero era Hitler sobre Europa, diciendo: "Deben morir",
Y pensaba en nosotros, mi amor, pensaba en nosotros.

Vi un perro que pasaba muy orondo y abrigado,
Vi que una puerta se abría para que pasara un gato,
Pero ellos no eran judíos alemanes, mi amor, ellos no eran judíos alemanes.

Bajé a la orilla del mar y me detuve sobre el muelle
Para ver cómo nadaban en su libertad los peces,
Apenas a unos cuantos metros, mi amor, apenas a unos cuantos metros.

Caminé por el bosque, vi en los árboles a los pájaros
Que no tienen políticos, y cantan a su agrado,
Pero no eran de la raza humana, mi amor, no eran de la raza humana.

Soñé con un edificio que llega hasta el número mil,
Y tenía mil ventanas y sus puertas eran mil,
Y ninguna era para nosotros, mi amor, ninguna era para nosotros.

Me paré en mitad de una explanada cuando la nieve caía,
Diez mil soldados marchaban para abajo y para arriba,
buscándonos a ti y a mí, mi amor, buscándonos.





El desconocido.


El Departamento de Estadísticas determinó
que él era un hombre contra el cual no había acusación oficial alguna,
y todos los reportes sobre su conducta concuerdan
que, en el sentido moderno de una palabra anticuada,
él fue un santo,
porque en cada cosa que hizo sirvió a la Gran Comunidad.
Excepto por la Guerra, hasta el día que se retiró
trabajó en una factoría, y nunca fue destituido,
y más aún, complació a sus empleados, Fudge Motors Inc.
Tampoco era un bribón o raro en sus ideas
porque su Unión reporta que pagó sus cuotas
(nuestro reporte indica que su Unión era legal)
y nuestros trabajadores de Psicología Social encontraron
que era popular entre sus compañeros y que le gustaba un trago.
La Prensa está convencida de que compraba un periódico cada día
y que sus reacciones a los anuncios eran normales en todos los respectos.
Pólizas sacadas en su nombre prueban que estaba completamente asegurado,
y su Tarjeta de Salud indica que estuvo una vez en el hospital pero que cuando salió estaba curado.
Tanto la Investigación de Productores como la Vida de Calidad Superior declaran
que era totalmente sensible a las ventajas de Compra y Venta a Plazos,
y que tenía todo lo necesario para el Hombre Moderno:
un fonógrafo, una radio, un coche y una nevera.
Nuestros investigadores de Opinión Pública están contentos
porque él tenía las opiniones propias para cada ocasión del año;
cuando había paz, él la defendía; cuando había guerra, allá iba.
Estaba casado y añadió cinco hijos a la población,
cantidad que dice el Eugenista es el número exacto para un padre de su generación,
y nuestros profesores nos informan que nunca interfirió en la educación de sus hijos.
¿Fue libre? ¿Fue feliz? La pregunta es absurda:
si algo hubiera estado mal, nosotros seguramente lo hubiéramos sabido.





Trae a tu amada por las aguas.


Trae a tu amada por sobre las aguas
Para que repose bajo los árboles,
Entre palomas (desde luego blancas)
Con brisas y vientos por todas partes
Que canten con gusto, con gusto, con gusto de amor.
Ponle el anillo, con un buen abrazo
Empiecen la dicha que les aguarda,
Y mientras los peces toman instantáneas
Tendrán un sapo (ese cantante clásico)
Que cante con gusto, con gusto, con gusto de amor.
Cuando se casen, en grupos las calles
Vendrán con sus casas endomingadas;
Mesas y sillas dirán las plegarias
Y los caballos con el equipaje
Cantarán con gusto, con gusto, con gusto de amor.





Si te lo pudiera decir.


El Tiempo sólo dirá ya te lo dije,
el Tiempo sólo sabe qué precio hay que pagar;
si te lo pudiera decir te lo haría saber.

Si lloráramos cuando salen los payasos,
si tropezáramos cuando tocan los músicos,
el Tiempo sólo dirá ya te lo dije.

No hay suerte que leer, aunque,
como te quiero más de lo que puedo decir,
si te lo pudiera decir te lo haría saber.

De algún lado vendrán los vientos cuando soplan,
por alguna razón se pudren las hojas;
el Tiempo sólo dirá ya te lo dije.

Quizá las rosas de veras quieran crecer,
y la visión realmente piense quedarse;
si te lo pudiera decir te lo haría saber.

Supón que todos los leones se paran y se van,
y huyen todos los arroyos y los soldados;
¿el Tiempo sólo dirá ya te lo dije?
si te lo pudiera decir te lo haría saber.


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