Se puede leer la siguiente anécdota en la Segraisiana: El señor Patris había acompañado al señor Gastón a Flandes y se alojó en el castillo de Egmont. La hora de cenar había llegado y al salir de su habitación para dirigirse al comedor, el señor Patris se paró ante la puerta de un oficial amigo suyo para que le acompañara. Golpeó bastante fuerte. Al ver que el oficial no contestaba, golpeó por segunda vez, llamándole por su nombre. El oficial no respondió. Patris, que estaba seguro de que se encontraba en la habitación, pues la llave estaba en la puerta, abrió y vio, al entrar, que su amigo estaba sentado delante de una mesa, fuera de sí.
Se acercó a y le preguntó qué le ocurría. El oficial, volviendo en sí, le dijo a su amigo:
-No estarías menos sorprendido que yo si hubierais visto, como yo, que este libro cambiaba de lugar y que las hojas se pasaban solas.
Era el libro de Cardan sobre la sutilidad.
-Vamos -dijo Patris-, os burláis de mí; tenéis la imaginación llena de lo que acabáis de leer, os habéis levantado, vos mismo habéis puesto el libro en el lugar donde está, habéis vuelto después a vuestro sillón y, al no encontrar el libro junto a vos, habéis creído que había ido allí por sí solo.
-Lo que os digo es muy cierto, -repuso el oficial- y prueba de que lo que afirmo no es una visión, sino la puerta que se ha abierto y cerrado, y por ahí se ha retirado el fantasma...
Patris fue a abrir la puerta, que daba a una galería larga, al final de la cual había una caja de madera tan pesada que apenas podían cargarla entre dos hombres. Observó que la caja se agitaba, abandonaba su lugar y se dirigía hacia él, deslizándose por el aire. Patris, un tanto asombrado, exclamó:
-Señor diablo, dejando los intereses de Dios aparte, yo soy vuestro servidor, pero os ruego que no me aterroricéis más.
Y la caja volvió al mismo lugar de donde había venido. Este suceso produjo una fuerte impresión en Patris y contribuyó no poco a que se convirtiera en un devoto.
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