Colegio en la esquina de la calle.
El año próximo la hierba de la tumba nos cubrirá.
Ahora estamos aquí y reímos;
mirando pasar las muchachas:
apostando a caballos perdedores, bebiendo ginebra ordinaria.
No tenemos nada que hacer, ningún lugar donde ir: nadie.
El año pasado era hace un año; nada más.
Entonces no éramos mas jóvenes; ni ahora más viejos.
Nos las componemos para darnos aire de jóvenes;
no sentimos nada detrás de nuestros rostros, ni hacia un lado ni hacia el otro.
Probablemente no estaremos completamente muertos cuando muramos.
Durante todo el camino no fuimos nada,ni siquiera soldados.
Somos los agraviados, hermanos los muchachos desolados:
sonámbulos en una tierra oscura y terrible,
donde la soledad es un cuchillo sucio en nuestra garganta.
Frías estrellas nos observan, camarada.
Frías estrellas y las prostitutas.
¿Saben los muertos qué hora es?
El viejo dejó su cerveza.
Hijo, dijo,
( Y una muchacha se acercó a la mesa donde estábamos:
Nos pidió por Cristo que le pagáramos un trago).
Hijo, voy a decirte algo
De lo que nadie nunca te ha dicho.
(Y la muchacha dijo: No tengo ningún compromiso esta noche;
Que le parece si vamos usted y yo a su casa?)
Voy a decirte la historia de mi madre
Encontrándose con Dios
(Yo le musité a la muchacha: No tengo
Pieza, pero puede ser...)
Ella llegó a la cumbre del mundo
Y él se acerco junto a ella y dijo:
Al fin has retornado a casa.
(Pero, puede ser que Pensé que
me agradaría quedarme aquí y hablar con usted).
Mi madre empezó a llorar y Dios
Puso sus manos a su alrededor.
(Sobre qué?
Oh! solamente hablar...algo hallaremos).
Ella dijo que era como una niebla cubriendo su cara.
La luz estaba en todas partes y una dulce voz que decía:
Puedes dejar de llorar ahora.
(De qué podríamos hablar para entretenernos toda la noche?
-Yo dije que no sabia.)
Puedes dejar de llorar ahora.
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