sábado, 19 de julio de 2025

Poemas I. Xosé Luis Méndez Ferrín.

A Manuel María.

He aquí el mío,
vientre sin luz donde no vive nada.

He aquí la mañana
de otoño, con ordenadas nieblas sobre
el Ulla, en tristísima Tierra de Bea.

He aquí a los camaradas
perdiendo una batalla cada día
y ganando el futuro y el fulgor
en los ojos y en las quijadas de metal.

He aquí al amigo
presente como los montes nativos coronados
de miedo.

He aquí las manos suyas
perdidas en el incansable dibujo de letras
como pequeños estandartes
en el destino nacional de piedra.

He aquí sus ojos
de terciopelo rural y deteniendo
el proceso de lo ruin; un conjuro
vegetativo, lento
como el pasar del Miño, cosa nuestra.

He aquí su presencia
terrenal, a través
de procesiones horribles de días como lobos
proclamando dinamita oculta
como quien silba.

He aquí al poeta
hermano, innecesariamente evocado en otoño
porque hace mil años
que nacimos juntos en la cuna de piedra de nuestro idioma
y convivimos agrios.

He aquí su tierra
llana, como pecho tras el que combate un corazón
de pan y de amapolas y de avispas
en aquellos veranos lúcidos.

He aquí a su esposa
en la que quizás siembra palabras o estremecimientos
húmedos en el proceso del amor
que nunca acaba.

He aquí nuestra causa,
comunal como un monte o una playa,
que algunas veces se nos pone entre los dientes
y sólo podemos pedir patria o clase
sometida, hermano, sometida.

He aquí el granito
de su canto popular y limpio
y la bandera roja que nos viste
conjuntamente, preludio del sudario.

De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño





Esta es la hoja...

Al giardina spettrale allaura muta
delle verde ghirlande
a la terra autunnale
un ultima saluta!
                                      Dino Campana

Esta es la hoja
que en la fronda de la tristeza densa
en Tierra de Bea, proclama en plátanos de la triste carretera,
en oros opulentos de las vides,
en robles cobrizos como arcilla estremecida,
el otoño, el otoño que se extiende como una sierpe
de luz tamizada,
aposentado el otoño en cada uno de mis dedos,
en cada uno de mis dedos como hojas
muertas y hermosamente capaces.

Esta es la soledad
en la que descanso la cabeza como en un edredón bordado
en amarillos maíces desteñidos
que en Tierra de Bea aguardan la ruina,
bien abiertos, estando los hórreos y los alpendres
bajo un querido sol elíptico.

Este es el esplendor
en el que puedo bañarme como un Dionisos
y reproducir la valiente destrucción de las hojas,
en Tierra de Bea,
en cada fatiga de mi pasar antiguo
por los brazos del terror y de la alegría.

Esta es la presencia
de la muerte coronada de laureles,
verde de prados de esmeralda, que entran
en mi pecho como en Valle de Bea
entran en el otoño pleno displicentes
y displicente estoy ante los matices
de la muerte, en este otoño que trae muerte
para mí en Bea.

De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño





Estás como caída...

Estás como caída,
depresión o lobos azules y lejos despeñándose antiguos.

Estás, amor, perdida,
alegremente enzarzada en ti, alegremente
acompasada a la muerte que se acerca con tatuajes de fiesta.

Estás, oh castaño de verano,
cobijando tropas de saltamontes y chupameles mustios.

Estás de vientre abierto
y una procesión de acerbos gritos, mariposas,
te eructan las entrañas y adentros sin luz.

Estás, huidiza,
aquí y no estás, porque sabes el arte
de ser tú simultánea y galopar con los ojos tus trigos nativos,
poderosamente colmada de sol y de amapolas.

Estás en mí, como quien tiene, sin nombre,
un mirlo o una hoz para conquistar los días
en los que tú no estás, en los que tú no estás, en los que tú no estás.

De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño





Estoy con la cabeza contra el muro...

Estoy con la cabeza contra el muro.
Me convoco a mí mismo como quien mira un pozo.
Vuelve un niño perdido
por calles de humo, por pasillos blancos,
trágico, con las mejillas tatuadas
y fuegos pequeñitos en cada dedo.
Vuelven tiempos erizo de rapiña y disparos,
de angustias decoradas por curas y trompetas,
estampas y desfiles. Y todo que se para.
Lucen asombros, se hacen estallidos, se redondean lomos,
y mamá me dice algo tremendamente piedra
ue me pone en mi sitio.

Retorna ahora el día de la ira, el tremendo momento
en que perdí los ojos y me hice azabache, cactus y piedra
             alumbre.
Y me quedé en Ourense
mirando con horror este río del tiempo.

De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño





He aquí la mano alargada...

He aquí la mano alargada en la
dirección del tiempo y los ojos reptando como
un río que discurre en amplios
anuncios de la final derrota en el
mar y he aquí la mano concentrada de
siempre, cerciorando la condición imposible
de cada cosa y he aquí los ojos que
capaces serían de poner punto final a la
dirección del tiempo y declaro formalmente que
cada intento de acercar la mano -he aquí
la mano tendida a ti ya vosotros- se ahoga en las
turbias aguas de mis vencidos
ojos, a la espera de una población más fiera
y alegre, y he aquí el fin del
vivir, tantos y tantos años retrasado.

De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño


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