viernes, 24 de mayo de 2024

Poemas. Ella Wheeler Wilcox (1850-1919)

Amistad después del amor.


Después del feroz verano todas sus llamas
Se han consumido en cenizas, han expirado
En la intensidad de su propio calor,
Allí arriba la suavidad, leve, del día de San Martín,
Coronada con la calma de la paz, triste y brumosa.
El después del amor nos ha llevado, cansado
De la agonía y los tormentosos deseos,
Hasta una larga mirada de amistad: ojo fugaz
Que nos invita a seguirlo, y a cruzar
Los frescos y verdes valles que vagan sin cuidado.
¿Es un toque de nieve el que se encuentra en el aire?
¿Por qué nos acosa este sentido de pérdida?
No deseamos que retorne el dolor, el calor obsoleto;
Sin embargo, sin embargo, estos días son incompletos.




Una dama a su espejo.


Ha dicho que me ama! Luego llamó a mis cabellos
hilos de seda, donde Cupido tensa su arco;
a mi mejilla, una rosa que cae sobre la nieve fresca;
y juró solemne, que mi cuello era la desesperación
de Psique, la envidia de Venus.

El Tiempo y el cuidado
desvanecerán estas ternuras.
El Dios Alegre, lo sé,
no usa cuerdas en su arco.
Cómo podría hacerlo, cuando yo, decrépita,
suplique por un beso en la mejilla?
La helada nieve de mi piel se derretirá,
La rosa que cae morirá,
y sobre su tumba cetrina yacerán
las huellas profundas de la vida,
y las garras del descarnado cuervo.

Cuando este altivo cuello se desgarre,
cuando su tersura se pierda en infinitos pliegues,
como una fruta madura expulsada del árbol,
o como un cansado y abandonado acordeón,
cuya última melodía ha exhalado...
el Amor... también se volverá helado?




Soledad.


Rie, y el mundo rie contigo:
Llora, y llorarás solo.
Lo que la triste vieja tierra debe prestar es alegría
Pero ella misma tiene suficientes problemas.
Canta, y las colinas te contestarán;
Suspira, y se perderá en el aire.
Los ecos rebotan en un alegre sonido,
Pero se encogen sin considerar la voz.

Alégrate, y los hombres te buscarán:
Aflígete, y ellos darán la vuelta y se irán.
Ellos quieren por completo tu placer entero,
Pero no necesitan tu infortunio.
Muéstrate feliz y muchos serán tus amigos;
Muéstrate triste y los perderás a todos.
No hay nadie que decline tu néctar de vino,
Pero debes beber la hiel de la vida en soledad.

Festeja, y tus salones estarán repletos,
Ayuna, y el mundo te ignorará.
Ten éxito y da, y eso te ayuda a vivir,
Pero nadie puede ayudarte a morir.
Hay espacio en los salones del placer
Para un largo y digno tren,
Pero uno por uno todos tenemos que desfilar
Por los estrechos pasillos del dolor.




El secreto de la doncella.


He marcado este día en lo profundo de mi corazón
como la más dulce de las jornadas;
-Separado del resto de mis tristes horas,
Aunque no diré la razón, por ahora,
pues ese es mi Secreto- No debo decirlo;
sin embargo, los cielos son suaves y tiernos,
y nunca antes, lo sé muy bien,
la Tierra se llenó de tanto esplendor.

Canto en mi labor a lo largo del día,
mi corazón es ligero como una pluma,
y hay una razón para mi alegre canción,
más allá de la belleza de la estación.
Pero no os lo diré, aunque sensible sea
la corteza del arce, gritaría en voz alta si pudiese;
Pero lo sé, él no tiene el don de la palabra.

Donde mis dedos de niña cosían, llegó Uno
que me arrulló con las más bellas historias,
Él dijo que mis cabellos le fueron arrebatados al sol,
y mis ojos a la mañana gloriosa.
Abuela dice que no debo creer
las amargas palabras del hombre, pues son odiosas;
Pero estoy segura de que sus labios no engañan,
y nada fuera de su cálida melodía realmente importa.

Anoche estaba triste, y el mundo me parecía
una vivienda solitaria y sombría;
pero entonces nadie me había pedido que sea
la pálida musa de sus días.
¡Él existe ahora! Más debo callar,
sellar mis labios ante la pasión impía,
silenciarlos aunque la pena me consuma.
Y ningún mortal sabrá entonces,
porqué mi corazón es ligero como una pluma.




El lenguaje del amor.


¿Cómo habla el Amor?
Sobre una mejilla en su tenue rubor,
Y en la palidez que le sucede, en aquel
Temblor de unos ojos que huyen,
-la sonrisa que se convierte en suspiro-
Así habla el Amor.

¿Cómo habla el Amor?
Por la desigualdad de dos corazones que palpitan,
Monstruo que en el pulso vibra, inmóvil ante el dolor,
Mientras nuevas emociones, como insólitas barcas
Que a lo largo de las venas trazan su inquietante curso;
-como el amanecer, con la fuerza súbita del amanecer-
Así habla el Amor.

¿Cómo habla el Amor?
Cuando evitamos aquello que buscamos,
El silencio repentino que nos asalta cuando
Contemplamos el ojo que brilla con su lágrima esquiva,
Cuando la alegría nos arrebata el corazón del pecho
-conociendo de memoria los nombres divinos-
Así habla el Amor.

¿Cómo habla el Amor?
En el orgulloso espíritu que crece mansamente,
En el corazón altanero creciendo humilde; en la cálida
Luz sin nombre que inunda el mundo con su esplendor;
En la semejanza donde los ojos trazan
En todas las cosas justas el rostro amado;
En el tímido roce de las manos que se estremecen,
-en los labios y las miradas que ya no disimulan-
Así habla el Amor.

¿Cómo habla el Amor?
Cuando las palabras pronunciadas parecen tan débiles
Que se someten al silencio; en el fuego
Que abate las miradas, destellos rápidos y más altos,
Como relámpagos que preceden la furia de la tormenta;
En lo profundo: sentimental quietud;
En la cálida marea apasionada que barre las venas
Entre las orillas del deleite y el dolor;
En el abrazo que se derrite en la locura del placer,
-en el arrebato convulsivo de un beso-
Así habla el Amor.




Ángel o demonio.


Usted me llama Ángel de Amor y luz,
un ser de bondad y eterno fuego,
enviado desde el Cielo para guiar vuestros pasos
por senderos donde los espíritus ansían caminar.
Dices que brillo como un astro en el firmamento;
como un rayo en el crepúsculo, una chispa de la Fuente.

Ahora escucha mi respuesta, y deja que el mundo la oiga:
Hablo sin temor sobre lo que conozco;
El puro, el fervoroso Amor es el espíritu creador
que hace de las mujeres ángeles.
Yo vivo, existo sólo por usted, sólo en usted.
Nuestras almas juntas yacen atadas
por las antiguas leyes sagradas,
y si yo soy un Ángel, usted es la causa.

Mientras mi bote agitaba las espumas del mar,
observé en calma desde la proa:
Encantador el Amor brillaba,
el pulso firme sobre el timón;
iluminado en sus bellas formas.
¿Maldeciré entonces la barca que en la noche fue naufragio,
pues el infame navegante abandonó su puesto
envuelto en radiantes sombras?
Mi propio bote no es ajeno,
pues él también se ha perdido.
¿Ha desertado el marinero
o se ha dormido en su puesto?

He dejado los tesoros de mi alma a vuestros pies,
(sé que algunas damas lo hacen cada día).
No hay criatura que camine por esta calle
que posea el negro corazón que yo anhelo.
Usted ha despreciado todos los tesoros,
así como muchos caballeros con el corazón de hielo.

Esta llama del altar de Dios,
este fuego sagrado del Amor,
que arde como dulce incienso sólo para usted,
hoy será el estigma de mi vergüenza.
Ha torturado mi espíritu con su falsedad,
ignominia que todo lo pervierte;
los Ángeles y los Demonios nacen del mismo vientre
hasta que la Pasión los guía hacia abajo,
o por el camino ascendente.

Yo les advierto, a todas las mujeres
que habitan bajo la máscara de esposas,
y a las dulces y tiernas madres,
que el destino nunca es justo.
Son las damas las que abandonan sus vidas
por la locura que brota de la desesperación.
Como la brasa que en la chimenea consume su calor,
el desdén derriba todos las murallas.

El mundo es cruel al juzgar estas cosas,
un gran mal y un gran bien
se alimentan del mismo seno.
El Amor nos convoca y nos desgarra,
cubriendo nuestros hombros con sus alas;
Y lo mejor bien puede ser lo peor,
y lo odioso ser lo deseable.
Usted debería agradecer que esta pena se haya ensañado así,
pues el Demonio ha enterrado al Ángel que hay en mí.


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