lunes, 2 de septiembre de 2024

Himno a la belleza intelectual. Percy Bysshe Shelley (1792-1822)

I
La abrumadora sombra de algún Poder nunca visto
Flota aún sin ser vista, entre nosotros, visitando
Este mundo variado con alas inconstantes
Como el viento de Verano que se arrastra de flor a flor
Como rayos de luna que llueven detrás de alguna montaña aguda,
Visita con mirada inconstante, asomando
A cada corazón y semblante humanos;
Como los tonos y armonías del ocaso,
Como nubes dispersas en la luz de las estrellas,
Como recuerdo de la música huida,
Como algo que por su gracia puede ser
Querido, y aún más querido por su misterio.

II
Espíritu de la Belleza, que consagras
Con tus propios tonos todo sobre lo que brillas
Del pensamiento o la forma humana, ¿a dónde has ido?
¿Por qué traspasas y dejas nuestro estado,
Este oscuro y vasto valle de lágrimas, vacío y desolado?
Pregunta por qué no siempre la luz del sol
Teje arco-iris sobre aquel río de montaña,
Por qué algo debe caer y desaparecer una vez desenvuelto,
Por qué el miedo y el sueño y la muerte y el nacimiento
Arrojan sobre la luz del día de esta tierra
-Tal penumbra- por qué el hombre tiene tal espectro
Para el amor y el odio, el desaliento y la esperanza?.

III
Ninguna voz de mundo más sublime ha jamás
Dado a un sabio o a un poeta estas respuestas
Así los nombres de Demonio, Espíritu, y Cielo
Quedan como recuerdos de su vano intento,
Frágiles conjuros -cuyo encanto pronunciado puede no saber distinguir,
Entre todo lo que oímos y todo lo que vemos,
Duda, chance y mutabilidad.
Tu luz sola -como arrastrada sobre las montañas-
O música enviada por el viento de la noche
A través de las cuerdas de un quieto instrumento,
O la luz de la luna en una corriente de medianoche,
Da gracia y verdad al sueño inquieto de la vida.

IV
Amor, esperanza y estima propia: como nubes parten
Y vuelven, en préstamo fugaz.
Como si el hombre fuera inmortal y poderoso,
Si tú, desconocida e imponente como eres,
Apareces firme con tu gloriosa escolta;
Tú, mensajera de los sentimientos
Que crecen y decrecen en los ojos de los amantes;
Tú, que das alimento al pensamiento humano
Como la oscuridad a una llama que muere;
No te marches de aquí como llegó tu sombra,
No te marches, no vaya a ser que la tumba sea
Como la vida y el miedo, una oscura realidad.

V
Cuando aún de niño buscaba espíritus y logré
Entre muchos un lugar para escuchar, cueva y ruina
Y un bosque estelar, persiguiendo con pasos temerosos
Esperanzas de altas charlas con los muertos idos.
Llamé con los nombres envenenados con los que alimentan nuestra juventud;
No fui escuchado, no los vi
Mientras pensaba profundamente en el terreno
De la vida, en ese dulce momento en el que los vientos están captando
Todas las cosas vitales que despiertan para traer
Novedades de pájaros y pimpollos,
De pronto, tu sombra cayó sobre mí,
¡Grité, y apreté mis manos en éxtasis!.

VI
Prometí que dedicaría mis poderes
A ti y a lo tuyo -¿no he cumplido el voto?-
Con el corazón palpitante y los ojos en lágrimas aún ahora
Llamo a los fantasmas de miles de horas
Cada cual desde sus tumbas sin voz: ellos, en jardines de ensueño
De estudioso celo o deleite de amor
Han observado conmigo la envidiosa noche,
Ellos saben que nunca el gozo alumbró mi frente
Sin unirse a la esperanza de que tú liberarías
A este mundo de su oscura esclavitud
De que tú, oh imponente Belleza
Darías cualquier cosa que estas palabras no puedan expresar.

VII
El día se torna más solemne y sereno
Cuando pasa el mediodía hay una armonía
En Otoño y un lustre en su cielo
Que a través del Verano no es oído ni visto,
¡Como si no pudiera ser, como si no hubiese sido!
Así deja tu poder, como la verdad
De la naturaleza en mi pasiva juventud
Su calma -a uno que te adora a ti-
Y a toda forma que te contenga a ti,
A quien, bello espíritu, tus conjuros sí ataron
A temerse a sí mismo y amar a toda la humanidad.


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