Terso americano.
Bailábamos; debió haber
sido un fox trot o un vals,
algo romántico, pero
que pedía discreción:
pleamar y bajamar,
ejecución precisa al deslizarnos
a la siguiente pieza sin parar,
dos pechos jadeantes alzándose
para dar una zancada
de siete leguas: agonía tan perfecta
que uno aprende a sonreír mientras la ejecuta,
mímica embriagante,
el sine qua non
de lo terso americano
Y porque estaba distraída
en el esfuerzo de
guardar la forma
(la inclinación hacia la izquierda
cabeza entornada justo para atisbar
detrás de tu oreja y siempre
sonriendo, sonriendo),
no me había dado cuenta
de lo quieto que te habías quedado
hasta que habíamos hecho
(¿por dos compases?,
¿cuatro?) alcanzando el vuelo,
esa ligera y tranquila
magnificiencia,
antes de que la tierra
nos recordara quiénes éramos
y nos trajera de regreso.
Oración de Deméter para Hades.
Sólo esto deseo para ti, el conocimiento.
Entender que cada deseo tiene un límite,
para saber en que medida somos responsables de las vidas
que cambiamos. Ninguna fe viene sin costo,
nadie cree sin morir.
Ahora, por primera vez
veo claramente el sendero que plantaste,
qué tierra se abrió para dilapidarse,
aunque soñaste con una riqueza
de flores.
No existen maldiciones - sólo espejos
sostenidos en las almas de dioses y mortales.
Y entonces yo abandono también este destino.
Cree en ti,
continúa - mira adónde te lleva.
Perséfone, cayéndose.
Un asfódelo en medio de hermosas
flores comunes ¡una flor como ninguna otra! Ella haló,
se inclinó para halar con más fuerza...
cuando, saliendo fuera de la tierra
en su reluciente y terrible carruaje
Él exigió su pago.
Todo terminó. Nadie la oyó.
¡Nadie! Ella se había desviado de la manada.
(Recuerda: ve derecho a la escuela.
¡Esto es importante, déjate de tonterías!
No contestes a extraños. Mantente
con tus compañeros de juegos. Mantén tus ojos en el suelo.)
Así de fácil el abismo se
abre. Es así como un pie se hunde en la tierra.
La tonadilla.
Cuando yo era joven, la luna habló en acertijos
y las estrellas rimaron. Yo era un nuevo juguete
esperando ser recogido por mi dueño.
Cuando yo era joven, puse al día de rodillas al correr.
Había árboles por mecerse, grillos por atrapar.
Era apenas dulce, infinitamente cruel,
seductora y mimada en leche,
quemada por el sol y plateada y costrosa como un potro.
Y el mundo ya era viejo.
Y yo era más vieja que lo que soy hoy.
Geometría.
Demuestro un teorema y la casa se expande:
las ventanas se sacuden para volar libremente cerca al techo,
el techo flota lejos con un suspiro.
Cuando las paredes se liberan de todo
menos de la transparencia, el olor de claveles,
se va con ellas. Yo estoy afuera al aire libre
y arriba las ventanas se han convertido en mariposas,
luz del sol que brilla donde se interceptan.
van a algún lugar verdadero e improbado.
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