sábado, 6 de julio de 2024

Poemas III. Emily Dickinson (1830-1886)

Hay una languidez en la vida. 


Hay una languidez de la vida
Más inminente que la pena,
Es sucesora de la pena
Cuando el alma ha sufrido
Todo lo que puede.
Una somnolencia difusa,
Un ofuscamiento como neblina
Envuelve tu conciencia,
Una neblina que conduce a un despeñadero.
El cirujano no se inmuta ante el dolor,
Su hábito es severo,
Pero él sabe que ha cesado de sentir
La criatura que yace ahí.
Y te dirá que la técnica tardó,
Que alguien más poderoso que él
Ha oficiado antes
Y ya no hay vitalidad.





El pasado es una figura tan extraña.


El pasado es una criatura tan extraña
Que mirarla en la cara
Arrobamiento puede producir
O desgracia.
Desarmado si cualquiera la encuentra
Le aconsejo huir,
Si sus desteñidos pertrechos
Aún pueden responder.





El era débil y yo era fuerte.


Él era débil y yo era fuerte,
Después él dejó que yo le hiciera pasar
Y entonces yo era débil y él era fuerte,
Y dejé que él me guiara a casa.
No era lejos, la puerta estaba cerca,
Tampoco estaba oscuro, él avanzaba a mi lado,
No había ruido, él no dijo nada,
Y eso era lo que yo más deseaba saber.
El día irrumpió, tuvimos que separarnos,
Ahora ninguno de los dos era más fuerte,
Él luchó, yo también luché,
¡Pero no luchamos a pesar de todo!





El corazón pide placer primero.


El corazón pide placer primero,
Luego excusa del dolor,
Luego los pequeños detalles
Que matan el dolor.
Luego irse a dormir,
Y luego, si tiene que ser
El deseo de su inquisidor,
El privilegio de morir.





Cuántas veces estos cansados pies han podido tropezar.


Cuántas veces estos cansados pies han podido tropezar,
Sólo mi amordazada boca puede decirlo,
Ensaya, trata de mover este horrible remache,
Ensaya, levanta si puedes aldabas de acero.
Acaricia la fría frente, antes ardiente,
Levanta si quieres el deslucido cabello,
Palpa los adamantinos dedos
Que ya nunca usarán dedal.





Cuando cuento las semillas.


Cuando cuento las semillas
Sembradas allá abajo
Para florecer así, lado a lado;
Cuando examino a la gente
Que tan bajo yace
Para llegar tan alto;
Cuando creo que el jardín
Que no verán los mortales
Siega el azar sus capullos
Y sortea a esta abeja
Puedo prescindir del verano sin lamentos.





Cualquiera que desencante.


Cualquiera que desencante
A un solo ser humano
Por traición o por irreverencia
Es culpable de todo.
Inocente como un pájaro,
Gráfico como una estrella
Hasta una sugestión siniestra
Que las cosas no son lo que son.





Como si yo pidiera limosna común.


¡Como si yo pidiera limosna común
Y en mi suplicante mano
Un extraño pusiera un reino
Y yo perpleja quedara,
Como si hubiera pedido a Oriente
Que me mandara una mañana
Y que levantara su purpúrea barrera
Y destrozarme con el alba!





Como ojos que miran las basuras.


Como ojos que miran las basuras
Incrédulos de todo
Salvo del vacío y quieta soledad
Diversificada por la noche.
Sólo infinitos de la nada
Tan lejos como podía ver
Así era la cara que yo miré
Así miró ella misma a la mía.
No le ofrecí ninguna ayuda
Porque la pena era mía
La miseria densa y tan compacta
Tan desesperanzada como divina.
Ninguna se absolvería
Ninguna sería una reina
Sin la otra, de modo que
Aunque reinemos, pereceremos.





Cayeron como copos, cayeron como estrellas.


Cayeron como copos,
Cayeron como estrellas,
Como pétalos de una rosa
Cuando de pronto a través de junio
Un viento con dedos avanza.
Perecieron en el pasto desarraigado,
Nadie pudo hallar el lugar exacto
Pero Dios puede convocar cada faz
En su lista de abolidos.


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