lunes, 11 de agosto de 2025

Poemas IV. Ángeles Carbajal.

El lugar de la dicha.

Se vuelve al lugar de la dicha
para saber que fue cierta,
que mienten las pupilas rotas de febrero,
el miedo en el reloj;
el asfalto que brilla en la noche
y se duerme
en una esquina de tu cama.





En la rama de un cerezo.

Qué importa que no me quieras;
en la rama de un cerezo
la primavera se deja
tocar el corazón.





Estos frágiles instantes.

Recuerda: estos frágiles instantes
que caminan hacia el olvido
no son la vida, somos nosotros.
Ella seguirá distante,
no va a pedir disculpas
ni ha de volvernos a ver.





Insomnio.

Noche más allá de la noche,
cuando las palabras
no escriben el poema,
y el poema sin palabras
es el poema infinito.





La soledad no sabe.

La soledad no sabe
tomar decisiones por su cuenta,
llegar a un acuerdo, por ejemplo,
con su legítima tristeza.

Cuando todo lo perdido
rebrota en la medianoche,
amurallada y vencida
bajo la persistente consigna del frío,
se te acerca con los nervios arrasados,
espera que tú consientas,
necesita una vez más
dormir contigo.


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